Nota de opinión
Por Lucas ABBRUZZESE
No voy a escribir sobre los
títulos que consiguió Josep Guardiola en estos 4 años en el Barcelona. ¿Para
qué? ¿No nos conformamos lo que demostró su barsa? ¿Hace falta recordar siempre
sus 14 títulos por encima de su juego? Que es una marca impresionante nadie lo
niega. Pero dentro de 30 años ojalá que se recuerde a este equipazo más por su
juego que por la cantidad de trofeos levantados.
Nadie tiene la verdad absoluta
sobre qué es jugar bien. Sin embargo, cada ser humano tendrá su propia opinión
sobre eso. Pelota siempre al piso; salida desde abajo con los defensores, los
cuales siempre fueron los primeros delanteros; delanteros que actuaron como los
primeros defensores; triangulaciones que la mayoría de las veces tenían como
consecuencia una ocasión de gol o, mejor todavía, un gol; salir a jugar de
igual manera en cualquier cancha; tener imaginación, y su posterior correcta
ejecución, en tres cuartos de cancha para adelante, la zona del campo dónde más
se siente la presión; infinitas variantes tácticas; equipo corto a la hora de
defender y conjunto ancho al momento de atacar; etc.; etc. Esto conforma a un
equipazo. Esto conforma, para mí, lo que es jugar bien al fútbol.
El Barcelona 2008-2012 ha
disputado 247 partidos y SIEMPRE tuvo más posesión del balón que el rival. A
veces alcanzó casi el 80 por ciento, y otras apenas llegaba al 60, pero siempre
con la misma intención: “se juega con una sola pelota y si la tenemos nosotros
ellos no nos crearán peligro de cara a nuestro arco”. Tener más la pelota que
el adversario no significa nada, pero si cuando posees el balón lo administras
bien, creas ocasiones, los defensores llegan hasta la mitad de la cancha para
que si sus compañeros pierden la pelota puedan estar cerca y presionar rápido
para recuperarla; es muy factible que el resultado final arroje que ganaste el
partido.
Siempre existen las excepciones, y
durante la era Guardiola no fue la excepción. Recordemos el encuentro de vuelta
de las semifinales de la Champions League contra Inter en el 2010 y versus
Chelsea este año. El equipo italiano y el inglés se recostaron durante los 90
minutos cerca de su propio arco y terminaron eliminando al Fútbol Club
Barcelona en el Camp Nou. Lo que también siempre existe, y sobre todo en este
deporte, es la suerte. El barsa creó infinitas situaciones de gol en ambos
partidos, pero el factor suerte no le jugó una buena pasada. Pelotas en los
palos y un penal errado fueron determinantes. En esos casos no habría que
lamentarse y aplaudir al equipo de Josep Guardiola porque nunca resignó su
estilo ni traicionó sus ideas.
Al momento en el que el árbitro
pitó el final del partido el pasado 25 de mayo en la final de la Copa del Rey
entre Barcelona y Athletic de Bilbao fue cuando se terminaba este exitosísimo
ciclo futbolístico. El mejor equipo de todos los tiempos. El equipo del cual
nos hacíamos “hinchas” cuando lo veíamos jugar. Una tristeza porque nunca más íbamos
a disfrutar del “Barcelona de Guardiola”.
A partir de la próxima temporada,
como ya todo el mundo sabe, Tito Vilanova, el ayudante de Pep, se hará cargo
del primer equipo. Xavi, Iniesta, Busquets, Messi, Piqué, Puyol, Fábregas y
compañía seguirán estando; es decir que seguramente podremos continuar deleitándonos
con esta plantilla. Pero va a haber algo que faltará. No estará la pieza clave
de estos cuatro años, no estará sentado en el banco Josep Guardiola.