Por Lucas Abbruzzese
El seleccionado argentino Sub-20 volvió a
decepcionar en una competición internacional. Ésta vez fue en el Sudamericano
jugado en su país, donde ni siquiera logró clasificarse al hexagonal final para
tratar de lograr una de las cuatro plazas que otorga dicho certamen al Mundial
de la categoría en Turquía, cuyo comienzo va a ser el 21 de junio. ¿Realmente
el problema es la no clasificación? ¿No habrá que hilar más fino y (no) encontrarse
con un no proyecto?
Si hay algo que el fútbol nacional
tuvo, tiene y tendrá en demasía son juveniles futuros cracks. Sin embargo, como
el deporte más popular del mundo es colectivo, y en el cual la mayoría de las
veces ganan los que mejor lo llevan a cabo en conjunto, se necesita tiempo de
trabajo, ideas, convicciones, un programa, formadores capaces de ENSEÑAR.
Laburo. Parece que todo eso se olvida y sólo sirve ganar. ¿Qué se obtiene campeonando
en un Mundial Sub-20? ¿Sirve de algo si ese título llega gracias a individualidades
y no por un proyecto serio detrás? Si el fin debería ser FORMAR
futbolistas para que luego el seleccionado mayor los utilice ya con una idea
clara.
Las improvisaciones deben dejarse
para que se desarrollen sobre el verde césped, no al momento de contratar un
director técnico y que salga lo que se pueda. A José Néstor Pekerman, que asumió como entrenador del Sub-20 en 1994 y permaneció por casi una década, se lo criticó mucho porque
se decía que con buenos jugadores cualquiera gana campeonatos. Una pavada (si no
fíjense en el actual plantel juvenil y los nombres que hay. Falta el camino a seguir)
enorme porque el DT convenció a quienes lo contrataron por su proyecto. Y así
le fue: 3 campeonatos mundiales en el primer puesto. Pero, insistiendo en lo
mismo, lo importante no era el trofeo, sino que se formaban futbolistas. Por
sus manos pasaron unos muy jóvenes Riquelme, Aimar, Sorín, D`alessandro,
Saviola, Maxi Rodríguez, Samuel, Cambiasso, etcétera, etcétera, etcétera. En el
2003 se fue, pero el que subió a la dirección técnica fue su ayudante de campo, Hugo
Tocalli, quien siguió por la misma senda. El cordobés renunció tras la
obtención del Mundial 2007 porque Julio Humberto Grondona, el presidente de la
Asociación del Fútbol Argentino (AFA), decidió no renovarle a su ayudante
Miguel Ángel Tojo. ¿Diferencias entre ellos? ¿Los nombres por encima de los
proyectos?
O tal vez haría faltar retroceder
un poco más el tiempo y situarse en 1979, año en el que el juvenil dirigido por
César Luis Menotti, representado a la perfección en la cancha por un tal Diego
Armando Maradona y Ramón Ángel Díaz, le mostró el camino al fútbol argentino de cómo
se disputa el fútbol. Toque, gambeta, engaño, desequilibrio, amor por el balón,
eso que tanto hace falta en la actualidad.
Sergio Batista, Walter Perazzo y
ahora Marcelo Trobbiani no encontraron un rumbo y poco demostraron de estar a
la altura del seleccionado argentino Sub-20. Los proyectos estuvieron ausentes
y así se está, en plena decadencia. ¿Ya no salen tan buenos futbolistas o no se
los forma como corresponde? ¿De qué sirve lamentarse de una eliminación si de
nada iba a servir clasificar a siguientes instancias? Hay que analizar más
profundo y también buscar responsables en quiénes contratan a los que deben
tener la responsabilidad de formar futbolistas.
Si seguirá o no Trobbiani no es la
cuestión, sino la falta de proyectos y el armar todo en el momento, a la marcha. Más preocupante aún es la falta de interés y ganas que hay por cambiar la
situación. ¿El ganar ya seguirá ensuciando al fútbol? ¿El negocio de que sólo
sirve triunfar hasta cuándo seguirá prevaleciendo? ¿Tanto cuesta en pensar en el
largo plazo y olvidar para siempre el amiguismo?