domingo, 29 de diciembre de 2013

La desfachatez

La improvisación, el momento

En el fútbol de las últimas décadas parece que todo lo relacionado con la táctica, lo físico y la estrategia es más importante que lo que al futbolista le sale en el momento del partido, cuando todo aquello practicado en la semana depende de la inspiración del jugador y de lo que el rival deje hacer.
Protagonistas capaces de ganar un cotejo en una jugada aislada, el desfachatado es aquél futbolista que no se preocupa por lo que le explicaron en un pizarrón sino que durante poco más de 90 minutos trata de entender el juego y moverse para desequilibrar en cada instante. “Se puede planificar un partido de lunes a sábados. El domingo se juega”, enseñó alguna vez Dante Panzeri, uno de los periodistas argentinos más brillantes.



Un sinvergüenza con la pelota, así se los podría definir a los protagonistas que poco caso les hace a los directores técnicos. Ariel Ortega es quizás el máximo exponente de la Argentina luego de Diego Armando Maradona. El Burrito enloqueció con sus gambetas y hasta los días actuales sigue quebrando su cintura y picando la redonda como en sus comienzos, pero en espectáculos benéficos. No tienen posición fija ni le hacen caso a los pizarrones, sino que su instinto y capacidad con el balón con los pies hacen la diferencia.

Imposible dejar afuera de esta lista a los Messi, los Iniesta, los Owen los Bochini, los Ronaldinho o el enorme Johan Cruyff. ¿Cuánta es la verdadera influencia de un entrenador sobre ellos? ¿Qué se les puede corregir? ¿Cómo tratarlos? Una vez, Ortega se negó a ser reemplazado cuando lo dirigía Ramón Díaz: el desenlace fue que se quedó en la cancha y marcó un gol en un River-Racing que terminó 4-3. Cómo olvidarse de Juan Román Riquelme, quien con su velocidad mental rompe con las tácticas en cada momento. Se DIVIERTEN en cada instante, algo que cada vez se va perdiendo más en el fútbol.

¿Cómo es posible hablar de tácticas, estrategias y planificación cuando el desfachatado define todo en el momento? ¿Dónde quedó aquél “plan” cuando la pelota la agarra Pelé y empieza a esquivar rivales? Lo que está claro es que el fútbol es de los jugadores. Ellos ganan, pierden o empatan. “La disciplina –explicaba Panzeri- no hace a ningún jugador de fútbol. Solamente mejora a los que eran jugadores antes de disciplinarse”. Engaño es el calificativo que mejor le caben.

Hace algunos días, Josep Guardiola, en referencia a sus cuatro años como DT del Barcelona, expresó: “No fue la era Guardiola, sino la era de Messi”. El ahora jefe del banquillo del Bayern Munich tiene más claro que todos que los verdaderos protagonistas son los que se mueven sobre el verde césped. Sus aportes pueden basarse en la identidad de un equipo, la corrección (nunca enseñar) de errores de un futbolista y la disposición en el terreno de los intérpretes. Cuando la pelota empieza a rodar, los desfachatados resolverán el asunto.

Por Lucas Abbruzzese