La improvisación, el momento
En el fútbol de las últimas décadas parece que todo lo
relacionado con la táctica, lo físico y la estrategia es más importante que lo
que al futbolista le sale en el momento del partido, cuando todo aquello
practicado en la semana depende de la inspiración del jugador y de lo que el
rival deje hacer.
Protagonistas capaces de
ganar un cotejo en una jugada aislada, el desfachatado es aquél futbolista que
no se preocupa por lo que le explicaron en un pizarrón sino que durante poco
más de 90 minutos trata de entender el juego y moverse para desequilibrar en
cada instante. “Se puede planificar un
partido de lunes a sábados. El domingo se juega”, enseñó alguna vez Dante Panzeri,
uno de los periodistas argentinos más brillantes.
Un sinvergüenza con la pelota, así se los podría definir a los protagonistas que poco
caso les hace a los directores técnicos. Ariel
Ortega es quizás el máximo exponente de la Argentina luego de Diego Armando
Maradona. El Burrito enloqueció con sus gambetas y hasta los días actuales
sigue quebrando su cintura y picando la redonda como en sus comienzos, pero en
espectáculos benéficos. No tienen posición fija ni le hacen caso a los
pizarrones, sino que su instinto y capacidad con el balón con los pies hacen la
diferencia.
Imposible dejar afuera
de esta lista a los Messi, los Iniesta, los Owen los Bochini, los Ronaldinho o
el enorme Johan Cruyff. ¿Cuánta es la verdadera influencia de un entrenador
sobre ellos? ¿Qué se les puede corregir? ¿Cómo tratarlos? Una vez, Ortega se
negó a ser reemplazado cuando lo dirigía Ramón Díaz: el desenlace fue que se
quedó en la cancha y marcó un gol en un River-Racing que terminó 4-3. Cómo
olvidarse de Juan Román Riquelme, quien con su velocidad mental rompe con las
tácticas en cada momento. Se DIVIERTEN en cada instante, algo que cada vez
se va perdiendo más en el fútbol.
¿Cómo es posible hablar de tácticas, estrategias y
planificación cuando el desfachatado define todo en el momento? ¿Dónde quedó aquél “plan” cuando la pelota la agarra Pelé
y empieza a esquivar rivales? Lo que está claro es que el fútbol es de los
jugadores. Ellos ganan, pierden o empatan. “La disciplina –explicaba Panzeri-
no hace a ningún jugador de fútbol. Solamente mejora a los que eran jugadores
antes de disciplinarse”. Engaño es el calificativo que mejor le caben.
Hace algunos días, Josep
Guardiola, en referencia a sus cuatro años como DT del Barcelona, expresó: “No
fue la era Guardiola, sino la era de Messi”. El ahora jefe del banquillo del
Bayern Munich tiene más claro que todos que los verdaderos protagonistas son los que se mueven sobre el verde
césped. Sus aportes pueden basarse en la identidad de un equipo, la
corrección (nunca enseñar) de errores de un futbolista y la disposición en el
terreno de los intérpretes. Cuando la
pelota empieza a rodar, los desfachatados resolverán el asunto.
Por Lucas Abbruzzese