Suena el teléfono de su casa. O lo paran en la calle para
preguntarle: “¿Usted está de acuerdo con que se cree una universidad para
formar docentes?”.
Quienes manejan el marketing del Gobierno de la Ciudad
consultan a parte de la población esta propuesta que llevan a cabo. Y,
digámoslo, si usted piensa lisa y llanamente en la formulación de la consulta
difícilmente responda “no”. Como consecuencia, se ha notado, funcionarios del
oficialismo luego salen a declarar: “La gente está a favor de que se cree una
universidad para formar docentes”. Permítanme algo: señor, señora, no se deje
engañar por la palabra ´Universidad´. Veamos por qué.
¿De qué estamos hablando? En noviembre del año pasado, el
macrismo, sin consultar a la comunidad educativa pero sí a la empresarial (es
decir, consultando dentro de su partido) , lanzó el proyecto de la creación de
la Universidad de Formación Docente de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires
(UNICABA). ¿Qué significa esto? Que, de aprobarse la ley (se votará en breve),
los 29 profesorados públicos que funcionan actualmente en la Ciudad
desaparecerán para unificarse en un solo establecimiento: la UNICABA.
Repito: ¿De qué estamos hablando? De que nos quieren cerrar
los lugares donde estudiamos. La autonomía de cada escuela que forma futuros
docentes se disolverá, la pluralidad de voces se ausentará y la particularidad
de cada establecimiento se esfumará. El Poder Ejecutivo, es decir, el gobierno,
pasará a controlar la UNICABA y a elegir el rector. La autonomía e
independencia actual será parte del pasado, ya que se desintegrarán los
consejos directivos de los cuales forman parte todos los claustros
institucionales.
El neoliberalismo se instaló en Argentina desde las
elecciones presidenciales del 2015. El Estado se fue achicando paso a paso y este
proyecto es un ejemplo más, ya que el Ministerio de Educación tercerizará la
formación docente, desligándose de la toma de decisiones y permitiendo el
ingreso, de lleno, de las multinacionales en la educación. 150 años de historia
educativa se tirarán a la basura.
Hay palabras claves que se conocieron de lo que se pretende
con la UNICABA: emprendedurismo, negocios, virtualidad, cambio...Tendríamos que
sentarnos a discutir (¿hace falta?) si queremos que nuestros hijos y nuestras
hijas se formen como gente de negocios o como ciudadanos críticos. Es que se
plantea esta modificación de paradigma con este avance contra la educación.
Y ni hablemos del gran sentido humanitario que se estará
perdiendo. La virtualidad se tornará central con la implementación de la
UNICABA. Y acá hay que discutir algo: ¿Cuánta aula, pasillo de escuela pública,
tiza y pizarrón tienen quienes están tomando estas decisiones? O peor: ¿Cuánta
relación estrecha poseen con el mundo de los negocios? Diego Meriño, quien
presentó el proyecto de UNICABA en la Legislatura, es Subsecretario de
Planificación e Innovación Educativa y tiene fuerte influencia en la Editorial
Kapeluz, de cual fuera CEO. En la presentación resaltó que “cada persona es
responsable de su propio desarrollo y su propio proceso de aprendizaje”. Bueno,
un caso más de desligamiento del Estado, de la falta de oportunidades y de la
crueldad de esta reforma. La Ley de la Selva.
La UNICABA viene a continuar con el ajuste. ¿Por qué? Porque
donde ahora hay 29 profesorados habrá apenas un instituto de formación. ¿Dónde
ingresarán los y las docentes de todas las escuelas? El recorte es evidente.
Los favorecidos, clarísimos: las empresas gigantes que ingresarán en la toma de
decisiones.
Gritamos bien fuerte “No a la UNICABA” no por capricho, como
expresó Horacio Rodríguez Larreta, sino porque queremos seguir formándonos en
nuestros profesorados y continuar teniendo el contacto humano del cual estos
poderosos difícilmente entiendan en su mundo de enormes capitales y escasa
humanidad.
Necesitamos que este proyecto no se apruebe porque, cuando
nos recibamos, queremos trabajar en cualquier parte del país y no que el título
solo tenga validez en CABA, como se detalla con esta ley. Porque se
desintegrarán espacios extracurriculares y de participación comunitaria. El
mercado está poniendo un pie fuertemente en la educación, abriendo el juego a
lo que globalmente está sucediendo: la mercantilización de la educación.