Por Lucas Abbruzzese
“…quiero utilizar una
frase que no me pertenece, porque pertenece ya a todo el pueblo argentino. Señores
jueces: nunca más”. Con estas palabras cerraba el fiscal Julio César Strassera
su petitorio en 1985 para exigir condena perpetua contra la Junta Militar que
el 24 de marzo de 1976 tomó a la fuerza el poder en la Argentina. Hoy se
cumplen 38 años y el Nunca Más ya se hizo libro.
Nunca Más desaparecidos.
Nunca Más porque dictadura es retroceder, es desaparición, es persecución, es
tortura. Es muerte. Nunca Más porque no se puede volver a repetir que intereses
ajenos a los del país invadan con sus decisiones que afectan a los
trabajadores, al pueblo y a los más necesitados. Nunca Más gobiernos sin el
voto popular.
Nunca Más, tal como se
grita cada 24 marzo con su asistencia a los actos cada vez más multitudinaria.
Nunca Más se vocifera para pensar en las causas y consecuencias de por qué se
llegó a eso. Nunca Más golpes de estados. Nunca Más para que no se sigan
prologando las diferencias de clases, para que las industrias nacionales no
dejen de existir, para que la desocupación no crezca, para que la pobreza no
aumente. Nunca más porque tiempo después todo se paga y de la peor manera: con gente
en la calle, sin trabajo.
Nunca Más Videla, ni
Massera, ni Agosti, ni todos los genocidas que persiguieron, torturaron y
mataron. Nunca Más la complicidad civil que ayudó (y sin ella hubiese sido
difícil que todo se lleve a cabo) a los militares. Nunca Más la mirada hacia
otro lado de la sociedad con la excusa de “si total a mí no me hacen nada”.
Nunca Más los que hoy piensan que vuelvan los milicos para que se ordene todo.
Nunca Más al principal causante de desigualdades, pobreza y desocupación.
Nunca Más un
desaparecido, aunque sigan habiendo. Nunca Más la quema de libros, la
prohibición de artistas, la censura a la prensa. Nunca Más el amiguismo de los
medios de comunicación que blindaron al poder político de entonces por miedo y
por no denunciarlo. Señoras y señores: NUNCA MÁS.