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jueves, 19 de octubre de 2017

"Uno es lo que es si no no tiene sentido"


¿Qué habrá significado ser homosexual entre 1976-1983, período en el que el terrorismo de estado se instaló de la peor de las maneras? ¿Cómo era querer SER sabiendo que el discurso dominante, del poder y la sociedad, era único y bien marcado? ¿Cómo habrá sido ser homosexual durante la última dictadura?

¿Cómo será eso de SER pero a las escondidas? ¿De SER pero sólo con tus pares? ¿Qué, cómo, por qué, hasta cuándo lo que se ES hay que ocultarlo? ¿Cómo se hacían cargo?
¿Qué significará ser homosexual en la actualidad? ¿Qué habrá cambiado con respecto a aquellos años de terror, miseria, espanto, tortura, desapariciones, miedo?

¿Cómo y qué habrá significado ser artista entre 1976-1983? ¿Cómo era el arte durante ese tiempo lleno prohibiciones? ¿Cómo se practicaba la memoria colectiva en tiempos de planes sistemáticos de robos de bebés?

“Piaf, porque el amor lo quiso” fuimos a ver anoche. Y de esto va. El profe Alberto Romero y Adriana Enriquez -y el resto del elenco- la dejan chiquita. La rompen. No se la pierdan porque hay que salir del ruido cotidiano. ¿Acaso de qué y para qué servirá preguntarnos todo esto? ¿Nos ponemos a preguntar qué pasó en este país? ¿Nos preguntamos qué pasa? Preguntarse por Santiago Maldonado, como se preguntaron y nos preguntaron una vez finalizada la obra, es impostergable.

SER. ¿Qué somos? ¿Quiénes somos? Ya somos. Somos porque vivimos. Y si vivimos somos alguien. ¿Hay lugar para mostrar quiénes somos sin peros ni explicaciones? Si la sociedad no estaba preparada para aceptar al "distinto" durante el terrorismo de estado (por favor, nunca se olviden que hubo terrorismo de ESTADO), ¿lo estamos hoy?

jueves, 4 de mayo de 2017

A 41 años del golpe de estado; políticas, ideologías y accionar que se repiten

Madrugada. 24 de marzo. Corría el año número 76 del Siglo XX. Argentina. Casa Rosada. La Junta Militar. Los comunicados. La interrupción por un amistoso que estaba jugando el seleccionado argentino de fútbol. El silencio. La oscuridad. El quedar “bajo el mando operacional de las Fuerzas Armadas”. La pobreza planificada. Terrorismo de Estado. La noche más oscura. La noche que duró siete años.

Este 24 de marzo se cumplieron 41 años del golpe de estado propiciado por los militares, el poder económico, el capital financiero, la iglesia y los civiles que actuaron como cómplices. La Plaza -bendita Plaza, lugar de tantos hechos- se llenó porque, se sabe, perder es olvidarse, y olvidarse jamás. Y reconciliarse menos, mucho menos sin justicia. Nunca Más.

¿El Nunca Más es exigido por todos y todas? ¿Por cada sector de la sociedad? El lema con el que se marchó para recordar a los 30.000 -sí, TREINTA MIL, por si a alguno anda corto de memoria o se distrae en algún que otro programa televisivo (apaguen la tele)- fue el de “miseria planificada”. Claro está: más allá de aniquilar a una juventud luchadora por la justicia social y por las oportunidades y contra la desigualdad, el plan sistemático fue el de imponer un modelo, el neoliberal, que a través de la economía siguiera favoreciendo a los mismos de siempre. Estados Unidos manejaba todo.

“En la política económica de ese gobierno debe buscarse no solo la explicación de sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga a millones de seres humanos con la miseria planificada”, escribió Rodolfo Walsh en la Carta Abierta a la Junta Militar, uno de los hechos periodísticos y valientes más importantes de la historia.

Las políticas se repiten. Mauricio Macri llegó al poder, rodeado por los capos de las empresas más poderosas. El poder económico. El capital. El neoliberalismo. La fachada mediática. Los lavados de cerebro. La repetición del pasado. 

¿Si querían un cambio por qué no miraron para el otro lado en vez de a esta derecha que ya gobernó y destrozó al país?

Detención a presidente de una asamblea del centro de estudiantes en una universidad jujeña. Un policía armado dentro de la escuela Mariano Acosta, impidiendo e intimando que se lleve a cabo una clase pública. Recortes en la educación. El 2x1 que favorece a militares. Van a poder caminar por la calle. En un diálogo con el Diario Marcha, Ángel Cappa expresó que “este gobierno es la continuidad de las políticas económicas de la última dictadura”.


Argentina. El año número 17 del Siglo XXI. El Nunca Más de unos es el Siempre Más de otros. El ajuste. La persecución. Si no hay oscuridad es porque desde las bases que se están formando, a través de su lucha, impiden que la noche se haga. El silencio de muchos. La complicidad de otros. La pobreza planificada. El “fueron 8.000 verdades y 22.000 mentiras”. El volver a la teoría de los dos demonios. Arrestos ilegales. La ingenuidad de la clase media. No cambiamos, volvieron.  

lunes, 24 de marzo de 2014

¿Por qué Nunca Más?

Por Lucas Abbruzzese
“…quiero utilizar una frase que no me pertenece, porque pertenece ya a todo el pueblo argentino. Señores jueces: nunca más”. Con estas palabras cerraba el fiscal Julio César Strassera su petitorio en 1985 para exigir condena perpetua contra la Junta Militar que el 24 de marzo de 1976 tomó a la fuerza el poder en la Argentina. Hoy se cumplen 38 años y el Nunca Más ya se hizo libro.

Nunca Más desaparecidos. Nunca Más porque dictadura es retroceder, es desaparición, es persecución, es tortura. Es muerte. Nunca Más porque no se puede volver a repetir que intereses ajenos a los del país invadan con sus decisiones que afectan a los trabajadores, al pueblo y a los más necesitados. Nunca Más gobiernos sin el voto popular.

Nunca Más, tal como se grita cada 24 marzo con su asistencia a los actos cada vez más multitudinaria. Nunca Más se vocifera para pensar en las causas y consecuencias de por qué se llegó a eso. Nunca Más golpes de estados. Nunca Más para que no se sigan prologando las diferencias de clases, para que las industrias nacionales no dejen de existir, para que la desocupación no crezca, para que la pobreza no aumente. Nunca más porque tiempo después todo se paga y de la peor manera: con gente en la calle, sin trabajo.

Nunca Más Videla, ni Massera, ni Agosti, ni todos los genocidas que persiguieron, torturaron y mataron. Nunca Más la complicidad civil que ayudó (y sin ella hubiese sido difícil que todo se lleve a cabo) a los militares. Nunca Más la mirada hacia otro lado de la sociedad con la excusa de “si total a mí no me hacen nada”. Nunca Más los que hoy piensan que vuelvan los milicos para que se ordene todo. Nunca Más al principal causante de desigualdades, pobreza y desocupación.


Nunca Más un desaparecido, aunque sigan habiendo. Nunca Más la quema de libros, la prohibición de artistas, la censura a la prensa. Nunca Más el amiguismo de los medios de comunicación que blindaron al poder político de entonces por miedo y por no denunciarlo. Señoras y señores: NUNCA MÁS.

sábado, 23 de marzo de 2013

Prohibido olvidarse


A 37 años del Golpe Cívico-Militar


“Todo está guardado en la memoria, sueño de la vida y de la historia”, León Gieco en su canción La Memoria.

Por Lucas Abbruzzese


   Memoria, Verdad y Justicia. Tres palabras, tres valores que todo el mundo debe tener presente. Sin ello es muy difícil avanzar en la construcción de un mundo mejor. ¿Cómo progresar si se cometen errores del pasado? ¿Cómo progresar si se vive una vida de mentiras y engaños? ¿Cómo progresar si no hay sociedades justas e igualitarias?

   La Argentina de hace 37 años no fue una más. Jorge Rafael Videla, el entonces jefe del Ejército Nacional, dictó el 24 de marzo de 1976 un comunicado en el que dejó en claro que los milicos tomaban el poder. Ése mismo que en 1979 contestó que un desparecido “es un incógnito ni muerto ni vivo”. Las Fuerzas Armadas oficializaron su proclamación en el poder de esa manera, pero el país ya vivía tiempos duros desde hacía dos años con la Alianza Anticomunista Argentina (AAA), comandada por José López Rega, la mano derecha del expresidente Juan Domingo Perón en el exilio.

   Nada fue casualidad ni pensado de la noche a la mañana. Todo estuvo premeditado y planificado. No hay que olvidarse de los cómplices. Hay que recordar que personas que actualmente están trabajando en los medios fueron componentes favorables al gobierno de facto. Prohibido olvidarse que sin el apoyo civil no hubiera habido golpe. Prohibido olvidarse de las empresas, de los ciudadanos, de la jerarquía eclesiástica, de diversos medios de comunicación (que crecieron gracias a su compromiso con la dictadura), etcétera, que formaron parte del aparato del terror y del silencio. Todo fue la dictadura. Pensar distinto era sinónimo de secuestro, de torturado o de ser lanzado desde un avión, con una piedra colgando, hacia el Río de la Plata. La "rebeldía" era causa y motivo suficiente para sentir que tu tiempo estaba contado. NINGÚN REPRESOR MÁS PUEDE FALLECER EN SU CASA. ¡CÁRCEL COMÚN PARA TODOS LOS GENOCIDAS!

   Los intereses económicos, la conveniencia y el apoyo de Estados Unidos fue fundamental. José Alfredo Martínez de Hoz, Ministro de Economía de la dictadura muerto hace unos días, fue el símbolo de las grandes corporaciones para idear y llevar a cabo la etapa más negra de la República Argentina. ¿Por qué? ¿Por qué pasó lo que pasó? ¿Vale todo por un interés? ¿Hasta dónde llegar? ¿Hasta qué punto tirar a la basura la vida?

   Es un deber tener un compromiso con la memoria. Hoy y siempre hay que recordar lo sucedido y valorar la democracia. Existen 30 mil razones y mucho más para no retroceder. No existen las banderas políticas en éstos recuerdos. Hay que exigir que NUNCA MÁS suceda lo que pasó. Hay que tener enorme respeto por las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo, quienes causan emoción cada vez que se expresan porque representan el amor, la lucha y la dignidad de una mujer. Prohibido olvidarse.

“Libertad era un asunto, mal manejado por tres...Comer era subversivo, para el señor militar”, Pìero, en Para el pueblo lo que es del pueblo.


domingo, 16 de septiembre de 2012

Esos malditos 16 de septiembre


A 57 años del Golpe de 1955, a 39 del asesinato de Víctor Jara y a 36 de la Noche de los Lápices.


Por Lucas ABBRUZZESE

   Es una fecha en la que no se puede ser socio del olvido. No se debe estar del lado de no recordar varios hechos lamentables que ocurrieron un mismo día pero de diferentes años. Sucesos que quedarán en la memoria para siempre.

   Si hay un episodio que cambió radicalmente el destino de este país, ese fue el golpe de estado de 1955. El 16 de septiembre de aquel año, con los militares Eduardo Lonardi y Pedro Eugenio Aramburu (foto) como máximos responsables, se produjo el derrocamiento del hasta entonces presidente nacional Juan Domingo Perón. Transcurría el cuarto año de su segundo mandato, el cual no iba a finalizar. Durante aquellos diez años (1946-1955) que gobernó al país el peronismo, Argentina vivió de sus mejores etapas, en la que hubo escasa pobreza y desocupación. Pero, como siempre, estuvieron los que nunca se conforman con nada o que poseen una ideología completamente diferente.

   Ya el 16 de junio de 1955 se produjo un “aviso” de lo que podía llegar a suceder en el país cuando la Plaza de Mayo fue bombardeada por un grupo de militares y opositores con el propósito de destronar a Perón. Este nefasto hecho terminó con la muerte de más de 300 civiles y alrededor de mil heridos. Como se sabe, ese día no lograron derrocar al presidente. Sí lo iban a conseguir tres meses después, cuando, bajo la denominación de Revolución Libertadora, Argentina sufría el tercer golpe de estado del siglo veinte. Y todo iba a cambiar. La palabra peronismo fue prohibida, la falta de trabajo comenzó a hacerse costumbre, empresas y la industria nacional eran desprotegidas. Empezaba otro ciclo. El apoyo de la iglesia para con los golpistas fue clave para llevar a cabo aquel acto, ya que la cúpula eclesiástica mantuvo notorias diferencias con Perón durante sus años de primer mandatario. Un claro ejemplo de estas diferencias se notó cuando, horas posteriores a lo sucedido en junio, se quemaron varias iglesias a lo largo del país. El odio y los intereses en juego pudieron más que cualquier otra cosa durante aquellos tiempos. Nada nunca volvió a ser igual.

   Desde 1930 en adelante fueron décadas en las que una sublevación en el poder casi que no sorprendía. Cuesta decirlo, pero a la mayoría de los ciudadanos argentinos les parecía común un golpe de estado. La última dictadura fue la peor, la más sangrienta, la que más víctimas y desaparecidos dejó, la que sembró el terror como pocas veces, la que poco tuvo que envidiarle a los nazis. Esa empezó el del 24 de marzo de 1976, cuando jorge Rafael Videla y compañía comenzaron con el período más negro y nefasto de Argentina, cuya duración fue hasta el 10 de diciembre de 1983, día en el que se retornó a la democracia.

   Durante aquel proceso, denominado de Reorganización Nacional, un 16 de septiembre volvió a ser un día triste. Ese día de 1976, apenas seis meses después de que las fueras militares hayan tomado el poder, se produjo lo que luego fue llamado como la Noche de los Lápices. Aquella noche, un grupo de jóvenes que estudiaban en el colegio de Bellas Artes de la ciudad de la Plata fueron secuestrados y llevados a diversos centros clandestinos de detención, entre ellos el Pozo de Banfield. Siete de esos pibes, cuya militancia era de ideología peronista, fueron Francisco López, María Falcone, Claudio de Acha, Horacio Ungaro, Daniel Racero, María Ciocchini y Pablo Díaz. Este último, que no fue secuestrado el 16 sino el 21, fue el único sobreviviente. ¿Por qué? ¿Tenía algún contacto que hizo que le salvase la vida? Lo cierto es que Díaz contribuyo y peleó mucho para que los responsables fueran condenados. Entre esos personajes culpables estuvieron el expolicía Miguel Etchecolatz y el exgeneral Ramón Camps. El primero está preso con una pena de perpetua. Mientras que el otro murió en 1994, cuatro años después de que el expresidente Carlos Menem haya creado la ley del indulto, la cual dejaba en total libertad a los responsables de haber cometido delitos de lesa humanidad.

   Aquellos chicos, entre otras cosas, luchaban por el Boleto Estudiantil Secundario (BES) y participaban en marchas políticas. Es una fecha para recordar a aquellos jóvenes que luchaban por una Argentina distinta y mejor. La tortura y la violencia, a muchos de ellos, los silenció para siempre.

   Un 16 de septiembre también es motivo para el recuerdo para el pueblo chileno. Un día así, pero de 1973, fue asesinado el cantautor Víctor Jara. La dictadura de Augusto Pinochet que había tomado el poder el 11 de septiembre de 1973 tras derrocar a Salvador Allende pregonó un estilo político de violencia, persecución, censura. El más nefasto de la historia trasandina. Jara, que militó en el Partido Comunista de Chile, fue secuestrado el mismo día del golpe y llevado al centro de detención Estadio Chile, el cual actualmente lleva su nombre.

                                   Jara y su sonrisa característica                            

   Tres hechos para no olvidar jamás. Tres hechos para gritar bien fuerte un “Nunca Más”. Tres hechos que no deberían volver a suceder. Tres hechos que dejaron miles de corazones rotos. Tres hechos que hacen llamar a un 16 de septiembre como un día maldito.