martes, 24 de julio de 2018

Francia; entre ser campeón mundial, las migraciones y el capitalismo


En la Argentina, en la actualidad, residen más de dos millones de personas que nacieron en otros países. ¿Se imaginan a un hijo de matrimonio boliviano jugando como volante por derecha en el seleccionado argentino? ¿Y a un hijo de familia peruana que sea el defensor central de Argentina en un Mundial? ¿O un hijo que tuvieron una pareja paraguaya que sea el volante central de la Selección Nacional?

Francia, con la victoria 4-2 ante Croacia en la final, se coronó campeón mundial por segunda vez en su historia. De los 23 jugadores que eligió el entrenador Didier Deschamps para afrontar la Copa del Mundo, 14 tienen raíces africanas. Es decir, casi el 80 por ciento de un plantel que en su mayoría juega en las grandes ligas europeas. Y un dato más: solo el arquero suplente Steve Mandanda (nacido en Congo hace 33 años) y el defensor central Samuel Umtiti (en Camerún hace 24 años, el mismo que luego de Brasil 2014 le rechazó en la cara al símbolo camerunés Roger Milla jugar en su país de nacimiento porque se sentía francés) no nacieron en suelos franceses, algo que nos abre a un sinfín de preguntas y reflexiones.

¿Qué es la identidad? ¿No es acaso una construcción cultural y colectiva de todos los pueblos del mundo? ¿No se trata de, además de todas las construcciones colectivas, una reflexión hacia adentro de cada uno y cada una? ¿Cuando nos referimos a la identidad no nos estamos refiriendo a patrones culturales, valores y hasta normalidades impuestas y construidas desde algunos lugares? ¿Tal vez no sea momento de romper con esas imposiciones y esas naturalizaciones y pensar el mundo desde lo multicultural, la diversidad y el intercambio enriquecedor y emancipador?

El mundo se mueve. Las personas se mueven. Debe haber pocas cuestiones más dolorosas que dejar la tierra en la que se nació. Pero vivimos en un mundo capitalista. Es decir, en un planeta con hambre, desigualdad, guerras, globalización y un mercado al que le importa más dónde conseguir explotación y mano de obra barata que el desarrollo de cada ser humano. Por eso las guerras, las muertes de inocentes, las migraciones y refugiados. ¿Hacia dónde emigran los que emigran? ¿Qué buscan? Escapan de conflictos bélicos, realizan odiseas en busca de trabajos que saben que en sus tierras natales jamás conseguirán…

Entender el salvajismo con el que se mueve este sistema es acercarse a comprender más por qué el campeón de Rusia 2018 cuenta entre sus filas con más de la mitad de intérpretes con raíces africanas. Alrededor del comienzo de la tercera década del siglo XIX los franceses comenzaron la colonización en África con varias expediciones. Jules Ferry, un conservador francés de la época, justificó cada medida colonizadora en un Congreso de 1885 en el que expresó que “la política colonial se impone en las nociones que deben recurrir o la emigración, ya por ser pobre su población o por ser excesiva”. La estigmatización de la pobreza.

Es complicado comprender el presente sin tener en cuenta el pasado. Vayámonos hacia 1981. Es el año en el que llega al continente africano el PAE. ¿Qué es esto? El Programa de Ajuste Estructural. Fue una serie de órdenes y medidas dictadas en conjunto por el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y La Casa de Washington para ajustar y continuar con el hambre en África. La excusa, como siempre, fue que llegaban para sanar todos los problemas. Es decir, los mismos entes y las mismas recetas que causan hambre y miseria son los que dicen traer supuestas soluciones. Se bajaron los salarios (se acusaba que los empleados públicos tenían sueldos altos), se privatizaron servicios esenciales como salud y educación y se destruyó la industria local al abrirle el juego y el camino al mercado. El mismo mercado que manejan las instituciones ya mencionadas.

Entonces, en este contexto, ¿cómo no se van a causar miles de flujos migratorios si el sistema no da oportunidades? ¿No será momento de entender la diversidad y la complementariedad de culturas para, desde ahí, disputarle a esta forma discriminatoria y xenófoba de vivir un modelo que sí entienda de la inclusión y la hermandad entre pueblos y países?

El conservador y ex Primer Ministro de Francia, Francois Fillon, propuso durante su gestión que se revise la Constitución para que haya un tope de inmigrantes. Es sabido que en las calles de cada ciudad francesa a los negros los para la policía para pedirles documento. Parece haber un lema que sobrevuela por los aires que dice que si nos hacés ganar sos francés si no sos un inmigrante indocumentado. ¿Acaso cuántos Kylian Mbappé habrá por las calles parisinas buscándose la vida y alguna oportunidad para subsistir y sobrevivir? Mbappé, la estrella que parece que viene a discutir el reinado de Lionel Messi y Cristiano Ronaldo, tiene a un padre que es camerunés y a una madre que es argelina. ¿Con qué derecho se le cuestiona que no es francés?

¿Qué hace a alguien más o menos –en este caso- francés? ¿Realmente no son más nocivos los políticos que impulsan estas medidas racistas y que segregan que cada persona que tiene la necesidad de cruzar mares y océanos en búsqueda del bienestar?

El capitalismo usa a estos jóvenes estrellas para introducirlos en un fútbol globalizado que es sinónimo de una maquinaria de negocios y dinero. Estos jugadores, en su niñez, fueron presos de un sistema que agobia, maltrata y excluye y ahora lo son de un deporte que los usa, los muestra, los hace plata y cuando llegue el momento los descartará. Francia, en 1998, año en el que obtuvo su primer Mundial, contaba con apenas ocho jugadores de origen francés. Eric Cantoná, quien había sido excluido del seleccionado nacional, reflexionó para Les Bleus: “Cuando ganan son negros, blancos y árabes; cuando pierden son gentuza de los guetos”. Es el mismo documental que comienza con “el fútbol es política” del ex defensor central Lilam Thuram.

Identidad y resultadismo. Eso. Resultadismo, la clara penetración del capitalismo en el deporte. Si no ganás no existís. Si no tenés no sos nadie. Me representás solo si ganás. La sociedad francesa permanece con estos debates desde hace décadas. Y más cuando es influenciada por el político Jean-Marie Le Pen, quien presidió hasta el 2011 el partido ultra derechista Frente Nacional y durante la Eurocopa de 1996 atinó a esbozar: “Noto que los jugadores de otras selecciones cantan el himno con fervor, mientras que la mayoría de los jugadores de la selección de Francia no lo cantan o no saben la letra. Me parece un poco artificial reclutar jugadores del extranjero”.

¿Qué es lo que nos lleva a pensar que una persona que no nace en un país pero vive la mayoría de su vida allí, adopta sus costumbres, valores y cultura no puede tener la identidad de donde eligió ir o la vida la llevó? ¿Entonces, con ese paradigma, deberíamos entender que la mayoría que habita suelo argentino no son como tal sino que son italianos o españoles, entre otros? Combatir al capitalismo es también poder tener la sensibilidad de estar del lado de quienes sufren injusticias y son despojados de sus raíces.

lunes, 25 de junio de 2018

Mercantilización y educación

Un análisis de los discursos que giran alrededor de la venta de tecnología y de programas para utilizar en el aula.


En las sociedades actuales existen dos conceptos, los de información y comunicación, que resaltan en la cotidianeidad de nuestros días. Pareciera que se está todo el tiempo sabiendo todo lo que pasa y más comunicados. La aparición de las nuevas tecnologías (celulares, redes, TV interactiva, etc.) han llegado para quedarse y la escuela no es ajena a este fenómeno. Las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) en el ámbito educativo han cobrado un enorme valor, el cual solo parece relacionarse con el simple hecho de proveer una computadora por niño o niña, como si eso fuese suficiente para comprender las necesidades de cada uno y cada una. David Buckingham, en su libro Más allá de las tecnologías, señala: “Está implícita la idea de que distribuir información conducirá, de alguna manera automática, al conocimiento y el aprendizaje”.

Buckingham hace un análisis del impacto discursivo y empírico de las TIC alrededor de la escuela y escribió: “Cuestiono la noción de tecnología de la información, como si esos dispositivos se limitaran a actuar como medios para almacenar y distribuir un cuerpo inerte de hechos o datos. El término información implica de alguna manera que el contenido de la comunicación es neutro y que, al igual que la tecnología, es independiente de los intereses humanos”. Por eso considero necesario entender que, como se señala en el programa Aprender Conectados acerca de que ahora se alcanzará a toda la Argentina con conectividad y equipamiento, estos elementos no hacen a una mejor educación ni un más factible aprendizaje.

Se refiere a esto Inés Dussel, autora del libro Aprender y enseñar en la cultura digital: “La brecha hoy se produce entre usos más pobres y restringidos, y usos más ricos y relevantes. Por eso no es suficiente con dotar a las escuelas de computadoras y acceso a internet, sino que hace falta formar al docente para hacer usos más complejos y significativos de la cultura digital”. La alfabetización digital viene por este lado: apoderarse de los medios, producirlos, manipularlos y no ser solo consumidores de los mismos. Agrega Buckingham: “Creo fundamental que la escuela se ocupe de las experiencias culturales que viven los jóvenes fuera del aula, experiencias muchas veces relacionada con los medios digitales; percibo en el uso de los medios digitales un enorme potencial de los alumnos por tomar el control de los medios de producción, es decir, tomar esta tecnología para comunicarse, crear, representar expectativas e intereses”. Es poder ver y apreciar al niño y la niña como un sujeto con contexto, intereses y un mundo que lo rodea y que los medios digitales sean una herramienta de comprensión de la realidad y de mostrarse de manera activa y no pasiva ante el mundo.

En la actualidad, el mundo se está diseñando, hace décadas, alrededor de un nuevo capitalismo. ¿Por qué nuevo? Porque el mundo del trabajo giró hacia condicionamientos laborales que antes no se tenían tanto en cuenta como: trabajos cortos e inestables, relaciones virtuales, un capital impaciente porque se necesita un rendimiento urgente del mismo, la incertidumbre, y un cambio constante del perfil labora. Y en este último ítem, el del cambio constante del perfil laboral, me quiero enfocar, ya que hace referencia a las competencias. Referirse a competencias no es justamente ser competente con algo sino todo lo contrario: es la capacidad de adaptarse a los cambios y la flexibilidad capitalista que el mundo actual del trabajo plantea y exige. Así lo explica Angelique de Rey en Un hombre sin atributos: “La sociedad del conocimiento no exige a los individuos saberes, destrezas o incluso comportamientos y actitudes precisas, sino que sepan olvidar lo que saben, lo que saben hacer y lo que son, para adaptarse. El individuo actual debe poder cambiar tanto de conocimientos como de habilidades y de personalidad”. Y, de manera contundente, agrega: “Nos encontramos frente a la fabricación de un hombre que sabe hacerse flexible para adaptarse mejor a las necesidades de un sistema-mundo en el que la macroeconomía se ha vuelto central. Un hombre que sabe convertirse en una especie de pequeña computadora, capaz de cargar datos en su disco rígido y luego borrarlos; en pocas palabras, un hombre modular, para quien convertirse en sí mismo implica el olvido de sí mismo”.

Acá encuentro el sentido mercantil del negocio de las nuevas tecnologías alrededor de la educación: es imponer, ya desde la venta de programas y equipamientos desde niños y niñas, una forma de ver el mundo que se relaciona con lo flexible, con el saber hacer más que con el ser; es decir, con las competencias. Así lo enlaza Buckingham: “La introducción de la computadora como dispositivo educativo no fue natural e inevitable; fue producto de imperativos políticos, económicos y sociales. Para los políticos, centrarse en la tecnología parecía proporcionar una ocasión de ocuparse de temas vinculados a la competitividad internacional y la necesidad de una fuerza de trabajo bien disciplinada”. Competitividad, competencias…todas formas de relacionarse que tienen que ver más con las empresas que con la escuela.

Me resulta imprescindible no sacarle el foco a lo que plantea Buckingham: “El empleo de las TIC en la educación se concibe como un elemento indispensable en el proceso de actualización de las habilidades de la fuerza de trabajo del futuro y una forma de garantizar sus probabilidades de conseguir empleo. El uso de la tecnología en educación es una respuesta directa a las exigencias de la economía moderna. Este discurso de habilidad tecnológica propone una articulación particular de la educación, el mercado comercial y el futuro trabajador/consumidor”.

Al estar tan presentes las características de flexibilidad e incertidumbre es complejo que la palabra cambio no se asimile a la realidad. Por eso es bueno traer lo que Richard Sennet escribió en La corrosión del carácter: “Los tiempos se han asimilado entre el trabajo y el consumo. Ahora el trabajo se resuelve en el corto plazo, las relaciones son superficiales y funcionales a las exigencias del cambio repentino”.

Tal vez en estos párrafos encontremos más motivos para entender la deshumanización que se sufre a diario. En una sociedad y una conformación de la vida que no interviene para le emancipación de las personas sino para advertirle, si quieren permanecer en el sistema, cómo deben actuar, cómo deben ser y que lo que son no sirve si no es redituable.

Uno de los términos utilizados por Angelique de Rey y que no hay que pasar por alto es el de sociedad del conocimiento. Se cree que el uso de tecnología más la circulación de información hacen al conocimiento. Pero no. Es interesante lo que plantea Renán Vega Cantor en Sociedad del conocimiento, una falacia comercial del capitalismo contemporáneo: “En esta sociedad del conocimiento el conocimiento es artificial porque se trata más de almacenar datos que de comprender los problemas reales”. Y aquí, otra vez, la importancia de la alfabetización digital tomada desde enseñar a usar tecnología y no de usarla porque sí.

Analiza Vega Cantor que “lo que la tal sociedad del conocimiento depara es algo completamente distinto que niega el carácter democrático de la universidad, al especializar ´recursos humanos´ funcionales para el capitalismo transnacional, una fuerza de trabajo diestra técnicamente, poco costosa, que no piense y absolutamente despolitizada”. Entonces, desde la escuela y como docentes, ¿pensamos a los niños y las niñas como futuros sujetos empleables o como ciudadanos críticos, democráticos y sensibles ante la realidad?

Al respecto expone Buckingham: “El discurso de la sociedad de la información o economía del conocimiento construye al niño como futuro trabajador y consumidor de información. En esta construcción se concibe al niño como un hacerse y no como un ser. Se presta poca atención a verlos como productores de información, solo se atina a verlos como consumidores para no quedarse afuera de esta era tecnológica”. Un discurso que no sale de quienes transitaron las aulas, investigaron, crearon conocimiento científico y fueron críticos sino de entes económicos mundiales como el Banco Mundial, que necesita y se abastece de estos conceptos vacíos y engañosos para justificar la implementación de las TIC y su consiguiente negocio alrededor de la educación. Acá notamos un punto de contacto con la globalización y la idea de, desde el exterior, impartir en lo local y destruirlo. En relación a esto escribió Néstor Canclini en La globalización imaginada: “Transferir las instancias de decisión de la política nacional a una difusa economía transnacional está contribuyendo a reducir los gobiernos nacionales a administradores de decisiones ajenas”.


sábado, 2 de junio de 2018

Pensar y pensarnos

Vivimos en la era de la inmediatez. La era en la que el "todo ya" se impone a la reflexión. Una época en la que cada vez se nos complica más entender que no somos, sino que estamos siendo.Y en ese estar siendo es romperse la cabeza para entender que las naturalizaciones no son cuestiones justamente naturales sino construcciones sociales. Entonces, pensar en esas construcciones sociales es empezar a ganarle a la inmediatez. Ser es más importante que tener.
Desde el ProyectoMaliman Huaco propusimos para hoy esta charla de género para, justamente, pensar y pensarnos. Como personas. Como sujetos de una sociedad capitalista que impone e impone y no pregunta sino que prejuzga. Y justamente por pensarnos como personas es que hace 12 años se aprobó la Ley de Educación Sexual Integral (ESI): "Es revolucionaria porque reconoce la diversidad y abre a más mundos".
"A veces, el abrazo es mucho más que mil palabras".
¿Cuánto tiempo nos tomamos para preguntarle a la otra persona cómo está, cómo se siente, qué siente, qué desea? "Cuando hablamos de sexualidad es muy importante cómo uno o una se auto percibe".
Sexo y género no van de la mano. Las imposiciones y los sentimientos tampoco. Si existe en el Proyecto un taller como este es porque existen allí gente que hace de gente, se expresa y cuestiona: "No puedo cambiar el mundo pero sí cambiar mi mundo". Y si pensamos nuestro mundo tal vez nos despojaremos de prejuicios. Y si nos despojamos de prejuicios vamos a ser un poco menos de mierda.

domingo, 29 de abril de 2018

UniCABA, marketing y ajuste


Suena el teléfono de su casa. O lo paran en la calle para preguntarle: “¿Usted está de acuerdo con que se cree una universidad para formar docentes?”.

Quienes manejan el marketing del Gobierno de la Ciudad consultan a parte de la población esta propuesta que llevan a cabo. Y, digámoslo, si usted piensa lisa y llanamente en la formulación de la consulta difícilmente responda “no”. Como consecuencia, se ha notado, funcionarios del oficialismo luego salen a declarar: “La gente está a favor de que se cree una universidad para formar docentes”. Permítanme algo: señor, señora, no se deje engañar por la palabra ´Universidad´. Veamos por qué.

¿De qué estamos hablando? En noviembre del año pasado, el macrismo, sin consultar a la comunidad educativa pero sí a la empresarial (es decir, consultando dentro de su partido) , lanzó el proyecto de la creación de la Universidad de Formación Docente de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (UNICABA). ¿Qué significa esto? Que, de aprobarse la ley (se votará en breve), los 29 profesorados públicos que funcionan actualmente en la Ciudad desaparecerán para unificarse en un solo establecimiento: la UNICABA.

Repito: ¿De qué estamos hablando? De que nos quieren cerrar los lugares donde estudiamos. La autonomía de cada escuela que forma futuros docentes se disolverá, la pluralidad de voces se ausentará y la particularidad de cada establecimiento se esfumará. El Poder Ejecutivo, es decir, el gobierno, pasará a controlar la UNICABA y a elegir el rector. La autonomía e independencia actual será parte del pasado, ya que se desintegrarán los consejos directivos de los cuales forman parte todos los claustros institucionales.

El neoliberalismo se instaló en Argentina desde las elecciones presidenciales del 2015. El Estado se fue achicando paso a paso y este proyecto es un ejemplo más, ya que el Ministerio de Educación tercerizará la formación docente, desligándose de la toma de decisiones y permitiendo el ingreso, de lleno, de las multinacionales en la educación. 150 años de historia educativa se tirarán a la basura.

Hay palabras claves que se conocieron de lo que se pretende con la UNICABA: emprendedurismo, negocios, virtualidad, cambio...Tendríamos que sentarnos a discutir (¿hace falta?) si queremos que nuestros hijos y nuestras hijas se formen como gente de negocios o como ciudadanos críticos. Es que se plantea esta modificación de paradigma con este avance contra la educación.

Y ni hablemos del gran sentido humanitario que se estará perdiendo. La virtualidad se tornará central con la implementación de la UNICABA. Y acá hay que discutir algo: ¿Cuánta aula, pasillo de escuela pública, tiza y pizarrón tienen quienes están tomando estas decisiones? O peor: ¿Cuánta relación estrecha poseen con el mundo de los negocios? Diego Meriño, quien presentó el proyecto de UNICABA en la Legislatura, es Subsecretario de Planificación e Innovación Educativa y tiene fuerte influencia en la Editorial Kapeluz, de cual fuera CEO. En la presentación resaltó que “cada persona es responsable de su propio desarrollo y su propio proceso de aprendizaje”. Bueno, un caso más de desligamiento del Estado, de la falta de oportunidades y de la crueldad de esta reforma. La Ley de la Selva.
La UNICABA viene a continuar con el ajuste. ¿Por qué? Porque donde ahora hay 29 profesorados habrá apenas un instituto de formación. ¿Dónde ingresarán los y las docentes de todas las escuelas? El recorte es evidente. Los favorecidos, clarísimos: las empresas gigantes que ingresarán en la toma de decisiones.

Gritamos bien fuerte “No a la UNICABA” no por capricho, como expresó Horacio Rodríguez Larreta, sino porque queremos seguir formándonos en nuestros profesorados y continuar teniendo el contacto humano del cual estos poderosos difícilmente entiendan en su mundo de enormes capitales y escasa humanidad.


Necesitamos que este proyecto no se apruebe porque, cuando nos recibamos, queremos trabajar en cualquier parte del país y no que el título solo tenga validez en CABA, como se detalla con esta ley. Porque se desintegrarán espacios extracurriculares y de participación comunitaria. El mercado está poniendo un pie fuertemente en la educación, abriendo el juego a lo que globalmente está sucediendo: la mercantilización de la educación.

miércoles, 21 de febrero de 2018

Mara, el olvido y la sensibilidad

Un termo en la mano. Mates que iban y venía. De repente, un “mirale esas caras, es impagable”. Uff. Esa declaración de la directora de Cantoni, la escuela albergue de Huaco, llenó todo ese momento de sentido y de sensibilidad y de todo lo que nos podamos imaginar cuando miramos a los ojos. Claro, se refería a los chicos y las chicas que no paraban de hacernos correr y reír. Estábamos ahí, disfrutando, tratando de formar y de formarnos.

Nos preguntamos una y otra vez acerca de la necesitad de afecto. ¿De dónde viene? ¿Por qué? ¿Qué la transforma y cómo se transforma? ¿Qué rol cumple una sociedad, un Estado y las instituciones al momento de pensar y transformar estas cuestiones?

Ella, la de la foto, se llama Mara. Va a la escuela en Calcagno, allí donde la ruta que da al establecimiento conduce a las montañas y forman un paisaje de ensueño. ¿Por qué con algunas personas hablamos por primera vez como si las conociésemos desde antes? Eso me pasó. Eso sentí. Dicen, esbozan, vociferan por allí que antes de morirnos se nos viene a la mente los momentos y recuerdos más lindos. Y difícilmente todos estos sueños pasen de largo cuando llegue el momento.


¿O acaso cómo olvidar el “te hago las pulseritas para que me recuerdes todos los días y no me olvides más” de Mara? Quizás no hacía falta que me haga las pulseritas para no olvidarla más. O sí. O esos hilos tal vez eran una excusa para expresarse. Porque jugar, tanto como el arte y la creatividad, son modos de expresión. Y no hay que saber jugar para jugar. Hay que entender que hay otro y comprender algunas miradas. En esa comprensión existe una sensibilidad enorme. Tan enorme como lo son estos pequeños y estas pequeñas.

martes, 13 de febrero de 2018

¿En qué mundo vivimos?


Por lo pronto, aunque suene a discurso repetido y hasta no pocas personas lo cataloguen como cosa “vieja y de zurdos”, cómo se reparte la riqueza en este mundo es la pregunta que abre un sinfín de respuestas. Hay un sistema que permite tamaña y continua disparidad económica. Sin ir más lejos, hace un par de semanas, en Davos, Alemania, se reunieron a discutir la desigualdad un conjunto de seres humanos entre los que, si sumamos sus riquezas, alcanzan alrededor de un billón de dólares. Es decir, quienes discuten desde los lugares de poder estos temas son los que no paran de acumular riquezas.

¿Para qué una persona quiere y desea y anhela tanta plata? ¿Acaso será para, como escuchamos a cada rato, que “estén salvados hasta sus bisnietos”? ¿Entonces cuál es el mensaje? ¿Salvado de qué? ¿No le estaremos transmitiendo a esa futura persona que no haga nunca nada en su vida si total ya está salvado?

Vivimos en un mundo en el que en un hospital público, para que el Estado te dé una prótesis para operarte, tarda seis meses porque se dejó de financiar. Y no sólo son seis meses de yeso, sino que, al momento de la operación, habrá que volver a romper la zona dañada –ya soldada- para proceder con la cirugía. Porque, claro, ¿cuántas son las personas que tienen la posibilidad de pagar? No pagás, no tenés. No tenés, no existís. Por ahí anda el lema con el que vivimos día tras día en esta jungla en el que las personas se comen a las personas.

Vivimos en un mundo en el que, por ejemplo, una madre embarazada debe ir a la madrugada para sacar un turno para que la revisen. Un mundo en el que el trámite es más importante que el o la paciente. Un mundo en el que a un hospital como el Santojanni recurren a atenderse personas no sólo de Mataderos sino de Liniers, Viila Luro, Piedrabuena, el Conurbano, etc., etc., etc…Entonces, ¿cómo va a dar a basto?

Y acá me quiero detener, ya que la discusión no está dada desde pensar la inclusión y la salud de alta calidad, sino para excluir. Se repite y se repite y no paran de repetir que “los extranjeros vayan a atenderse a sus países y que la gente de Provincia no venga a capital”. Uff. Qué duro. Somos nazis. Qué duro porque quien plantea eso se olvida de exigir más hospitales, más escuelas y más calidad de vida. Prefiere la exclusión, tratar al otro no como una persona sino como un bastardo que te viene a sacar el lugar. Nos peleamos entre nosotros mientras vos no podés acceder a una obra social ni bancarte una prepaga. Porque entretanto no tenemos las necesidades básicas cubiertas quienes discuten la desigualdad mundial acumulan miles de millones.

Vivimos en un mundo en el que hay mucha gente sola. Que con las dos rodillas con necesidad de operación concurren como pueden a hacerse ver, que se toman dos colectivos para poderse atender sin que le cobren (¿se imaginan un Estado presente que cubra y ponga énfasis en estas cuestiones mayores?), que aguarda horas y horas para que le den alguna respuesta. La soledad repercute a cualquier edad y diversos ámbitos. Y allí aparece Don Omar.

Omar -ahí detrás en la foto- es el portero de un complejo ubicado en La Lucila del Mar. Está solo. Desde el primero de marzo hasta diciembre deambula en soledad por el lugar. Disfruta y se siente bien estos meses de veraneo por encontrar “con quien hablar”. Cuenta chistes. Bordea los 70 años y no faltó ocasión para que sus ojos fueran invadidos de lágrimas: su mirada se queda en el recuerdo de su mujer, con quien se separó hace un tiempo; su boca esboza maravillas de una de sus hijas que trabaja en Bariloche y se llena de bronca al hablar de la otra, a la que le “salió mala”, como él declaró; su puño se llena de rabia cundo se descarga al contar que el gobierno le dejó de pagar el viaje mensual a Mar del Plata, donde concurre a buscar su medicación.

Vivimos al revés. ¿Qué significará la soledad para quien la padece? ¿Por qué estamos solos? ¿Por qué nos sentimos solos? ¿Por qué no poca gente queda sola? Añorar algo que no se tiene o se perdió.


¿Hacia dónde vamos para que estos casos se reproduzcan en centenares de lugares? ¿Qué y quién va a salvar la vida si no son las relaciones humanas? ¿Dónde hay humanidad en un mundo en el que algunos acumulan billones y otros no pueden ser atendidos en un hospital público? ¿Dónde hay humanidad en un mundo en el que los laboratorios médicos y consultas psicológicas se hacen un festín ante tanta soledad y la necesidad de tener otro y no encontrarlo? ¿Dónde hay humanidad en el vivir con la cabeza gacha y lejos de la realidad?