La
batalla cultural la ha ganado fuertemente el capitalismo. El mundo del capital
se ha asentado casi con un tono dictatorial hacia los días que vivimos. El tener se impuso sobre el ser. Porque
para ser, nos dicen, hay que tener. Se han olvidado que uno es por el hecho de
ser, de respirar, de ser parte de un mundo. ¿Qué mundo? ¿Acaso nos hemos puesto
a pensar el mundo en el que vivimos? Si se refiere a grandes escalas; la
globalización, la mercancía y el negocio se han impuesto ferozmente por sobre
los seres humanos.
El
periodismo y el fútbol no resultaron exentos de esta maquinaria del capital. El
agobio “informativo” es constante. Permítanme las comillas, ya que considero
que cada vez se informa menos. Informar -explica Ezequiel Fernández Moores- es
dar forma. Es educar. Es hacer pensar. Y poco de eso ha quedado. ¿Nos damos por
vencido? Para nada. Por estos días, más precisamente, el sábado 8 de julio,
Página/12 lanzó un suplemento llamado Enganche. Es deportivo y abrió con una
entrevista a Juan Román Riquelme, quien en una de sus primeras respuestas
enseñó:
“Después
del retiro descubrí que el futbolista vive una realidad que no es la que
vivimos todos. Mi suerte era que siempre volvía a Don Torcuato y acá estaba la
gente que no me dejaba que me confunda. Seguramente que si cambio o si hago una
cagada me va a agarrar alguien, me va a sentar y me va a decir que no está
bien.”.
Nunca
olvidarse de dónde salimos. ¿Alguien, durante el proceso de formación o en
primera división, está al lado del jugador de fútbol (como persona, porque
siempre primero está la persona) para advertirle los riesgos de los millones,
la fama, las cámaras? Román, y no hace falta más que escuchar a sus compañeros,
parece no haberse olvidado del barrio, los amigo, la familia. Los valores.
Este
capitalismo salvaje arrasó con todo. La sabiduría, el saber, el conocimiento…han
quedado en un plano secundario. Ya insistía y anticipaba Dante Panzeri, en
1967, en su libro Fútbol, dinámica de lo impensado, los riesgos de este
negocio:
“Bajo
denominaciones más acordes con la instalación de un show, que no de una
racionalización del trabajo para un deporte profesional, esos mismos hombres
fueron suplantados por la sonoridad de las rebuscadas y artificiales
denominaciones, que se asociaron a los hombres que, con más audacia que
talento, coparon las posiciones de un inexistente magisterio bajo apariencias
de directores técnicos, asimilados al fútbol como instrumentadores de la
inaudita automatización de la espontaneidad, que hoy se pretende hacer creer
que conforma un llamado fútbol moderno. Siempre antiguo. Siempre fútbol, el
único, el bueno o el malo. El de los jugadores”.
Y
siguió Panzeri:

No
hizo falta más que leer la entrevista a Riquelme para acordarse de Panzeri. Es
que el máximo ídolo de la historia de Boca deslizó: “al fútbol lo han
convertido en una empresa. Se habla de nutricionista, del profe, de este, del
otro, del representante, del dirigente. Antes no se hablaba de nada. O jugabas
bien o jugabas mal. Y no hay otra, eh. Entiendo que esto es un trabajo o que es
un negocio, pero si jugás bien vas a ganar. No me van a vender otro cuento,
porque el fútbol no es una empresa, es un juego hermoso en el que hay que jugar
mejor que el contrario. Si lo entendemos así, vamos a andar bien”.
¿Qué
hubiera agregado Panzeri a esto? “Todo sea por el traspaso de un juego a una
cosa seria”.
Gente
idónea en los puestos de privilegio se necesita. No todo es el capital ni el
tener. No hay mejor capital que el del saber. Las empresas, los gerentes de las
multinacionales y el poder han ocupado lugares que no les corresponde. Por eso
es necesario volver a Panzeri. Y a Riquelme. Y a cada uno que nos aleje del
circo cotidiano. ¿Habrá leído Román a Dante? No lo sabemos. De lo que estamos
seguros es que sus formas de ver al deporte más popular de todos son similares.
“Muchos,
muchos más, que juegan desde afuera que cuantos lo hacen desde adentro. En el
afán de parecer, poco importa el no ser. Y es así como, a medida que más fuerte
se hace la duda acerca de quiénes saben el fútbol que nadie puede enseñar, más
abundan los diplomados de supuesta capacidad para enseñar este fútbol que no se
puede enseñar”, Dante Panzeri.