“El fútbol moderno no
existe. Sólo existe el fútbol bien o mal jugado”, se cansó de repetir Dante Panzeri en los tiempos en los que ejercía la profesión de periodista, cuando, a
través de la letra y la palabra, luchó contra los que ya imponían que el deporte
más popular del mundo se dividía por épocas. Hoy, aún persiste ese pensamiento
erróneo, aunque todavía hay equipos que demuestran lo contrario.
Primero, el Barcelona,
en Inglaterra, le ganó 2-0 al Manchester City en su casa. Eso no importa. A lo
que se debe apuntar es al cómo. El elenco liderado por Lionel Messi se plantó
en terreno celestre con la posesión de la pelota en campo contrario. No
especuló con el gran poderío rival y siempre pensó en su juego, el mejor del
planeta. En cambio, el local se fijó en demasía en su rival, se olvidó que la mejor
arma que posee en la tenencia…y así le fue.
Líneas juntas, Sergio
Busquets a la caza de cualquier rebote y segunda jugada, Messi haciéndose el
distraído pero tan atento como siempre, Xavi e Iniesta caminando con el balón y
dando una clase gratis del amor por la pelota, movilidad, circulación; y laterales
juntos al ataque…En fin, diversión en pleno campo de juego, no dejar atrás una
filosofía por más que enfrente haya estado uno de los elencos más goleadores de
toda Europa. El Barsa, por momentos carente de profundidad, continúa maravillando
al mundo por su ambición y amor por el esférico, los tic-tic-tic tan seguidos.
Mientras, el rival corre y se desgasta en busca el elemento principal.
Aceleran, no corren como
desaforados. Tocan y se mueven, no se trasladan decenas de metros en pocos
segundos para chocar y perder la pelota. Cada ejercicio en un entrenamiento es
con pelota. Así, el Barcelona sigue con su reinado de la diversión, del cómo
triunfar y de dejar atrás las pesas y los atletas.
Más cerca, y con menos jerarquía,
claro, está Vélez Sarsfield. El club de Liniers, al ratito de la finalización
del encuentro en el Viejo Continente, recibió a All Boys en su casa y volvió a
darle una cachetada al tan nombrado “fútbol moderno”. Con pibes como Jorge
Correa y Lucas Romero, más la experiencia de Zárate y Pratto, el ahora team
entrenado por el Turu Flores no se caracteriza por los pelotazos, sino por el
juego de potrero, tenencia de pelota y velocidades cortas para sorprender.
Sobresale en el fútbol
argentino porque juega con la redonda al ras del verde césped, siempre con la
intención de juntar gente en ataque, tocar y ganar pregonando la ambición por
el arco de enfrente. Y si a eso se le suma Newell´s, un Estudiantes que
continúa con la búsqueda de siempre salir jugando desde abajo y a San Lorenzo,
con su buen manejo y desequilibrio, se podría soñar con que el amarretismo se
vaya yendo. La mala, que vuelve a dirigir Caruso Lombardi, con la tendencia de
que para salvarse del descenso “sea de cualquier forma”. Que alguien explique
esa frase. Mientras, hoy fue un día contra cultural.
Por Lucas Abbruzzese
Por Lucas Abbruzzese