martes, 18 de febrero de 2014

Un día anti modernidad

“El fútbol moderno no existe. Sólo existe el fútbol bien o mal jugado”, se cansó de repetir Dante Panzeri en los tiempos en los que ejercía la profesión de periodista, cuando, a través de la letra y la palabra, luchó contra los que ya imponían que el deporte más popular del mundo se dividía por épocas. Hoy, aún persiste ese pensamiento erróneo, aunque todavía hay equipos que demuestran lo contrario.


Primero, el Barcelona, en Inglaterra, le ganó 2-0 al Manchester City en su casa. Eso no importa. A lo que se debe apuntar es al cómo. El elenco liderado por Lionel Messi se plantó en terreno celestre con la posesión de la pelota en campo contrario. No especuló con el gran poderío rival y siempre pensó en su juego, el mejor del planeta. En cambio, el local se fijó en demasía en su rival, se olvidó que la mejor arma que posee en la tenencia…y así le fue.

Líneas juntas, Sergio Busquets a la caza de cualquier rebote y segunda jugada, Messi haciéndose el distraído pero tan atento como siempre, Xavi e Iniesta caminando con el balón y dando una clase gratis del amor por la pelota, movilidad, circulación; y laterales juntos al ataque…En fin, diversión en pleno campo de juego, no dejar atrás una filosofía por más que enfrente haya estado uno de los elencos más goleadores de toda Europa. El Barsa, por momentos carente de profundidad, continúa maravillando al mundo por su ambición y amor por el esférico, los tic-tic-tic tan seguidos. Mientras, el rival corre y se desgasta en busca el elemento principal.

Aceleran, no corren como desaforados. Tocan y se mueven, no se trasladan decenas de metros en pocos segundos para chocar y perder la pelota. Cada ejercicio en un entrenamiento es con pelota. Así, el Barcelona sigue con su reinado de la diversión, del cómo triunfar y de dejar atrás las pesas y los atletas.

Más cerca, y con menos jerarquía, claro, está Vélez Sarsfield. El club de Liniers, al ratito de la finalización del encuentro en el Viejo Continente, recibió a All Boys en su casa y volvió a darle una cachetada al tan nombrado “fútbol moderno”. Con pibes como Jorge Correa y Lucas Romero, más la experiencia de Zárate y Pratto, el ahora team entrenado por el Turu Flores no se caracteriza por los pelotazos, sino por el juego de potrero, tenencia de pelota y velocidades cortas para sorprender.

Sobresale en el fútbol argentino porque juega con la redonda al ras del verde césped, siempre con la intención de juntar gente en ataque, tocar y ganar pregonando la ambición por el arco de enfrente. Y si a eso se le suma Newell´s, un Estudiantes que continúa con la búsqueda de siempre salir jugando desde abajo y a San Lorenzo, con su buen manejo y desequilibrio, se podría soñar con que el amarretismo se vaya yendo. La mala, que vuelve a dirigir Caruso Lombardi, con la tendencia de que para salvarse del descenso “sea de cualquier forma”. Que alguien explique esa frase. Mientras, hoy fue un día contra cultural.

Por Lucas Abbruzzese