domingo, 22 de octubre de 2017

Democracia. ¿Democracia?

Democracia es un término y una modalidad de gobierno que nació en la Antigua Grecia. Si se lo traduce, quiere decir “gobierno del pueblo”. Desde que comenzamos a estudiar y repasar la historia es imposible no preguntarse constantemente cuestiones que tengan que ver con el mundo en el que vivimos.

¿Podemos vociferar que se vive en democracia sólo porque votamos?

Se vota. Es cierto. Hay que remarcar eso, y más cuando la historia de este país marca que el siglo pasado estuvo marcado por el fraude, las proscripciones y los golpes de estado que anulaban cualquier oportunidad de expresión. Sin embargo, y propongo abrir el debate, es insoslayable preguntarse si realmente vivimos en democracia. ¿Podemos hablar de democracia cuando no hay igual oportunidades para todos y todas?

“Y te la creés que votás porque hay democracia, cuando apenas es democracia porque se vota”, Alfredo Grande.

Hoy se vota. Pero no puedo parar de pensar en esta democracia encubierta en la que vivimos. ¿O es el sistema? ¿O es que la democracia como tal no existe y es una forma de disfrazar que un puñado de personas manejen al mundo y sus consecuencias? ¿O cómo explicamos que unas pocas familias en Argentina –y léase en el mundo- tengan el mismo capital y mucho más que millones y millones de seres humanos? ¿Cómo es que, pensando en la definición y las formas que los griegos le dieron a la democracia, vivamos en una sociedad con una desigualdad que se acrecienta y no se toma conciencia de ello? ¿Hacia dónde va una multitud que desea vivir como rico y aplasta al que tiene abajo? ¿Hacia dónde nos dirigimos cuando no se tiene conciencia de clase?

“Y a nadie molesta mucho, al fin y al cabo, que la política sea democrática, siempre y cuando la economía no lo sea”, Eduardo Galeano.

No creo en la verdadera democracia si no se trata de emancipar y liberar. Y aquí otro punto. En América Latina, el único país sin desnutrición infantil y con un índice del cero por ciento de pobreza es Cuba. ¿Fue acaso menos democrático haber llegado al poder a través de una Revolución? SI no había Revolución, aquellos barbudos no hubiesen accedido a gobernar la isla. Las consecuencias están a la vista: salud y educación de primer nivel mundial.

¿Hay democracia mientras la deshumanización es constante? ¿Hay democracia cuando el capital financiero maneja millones de vidas? ¿Hay democracia mientras siga habiendo gente durmiendo en la calle? ¿Hay democracia verdadera cuando para el sistema somos más un número y un papel que un ser humano? ¿Hay democracia mientras, estando en democracia, nos siguen desapareciendo y torturando y silenciando? ¿Hay democracia cuando los medios masivos de comunicación ayudan más a supeditarse al poder que a pensar?


¿Vivimos en democracia? ¿La forma para vivir es en democracia? ¿Hay democracia mientras no haya un quiebre de un sistema que parece colapsado y que se olvida de millones? Pregunto. Me pregunto. Les pregunto.

jueves, 19 de octubre de 2017

Sergio Maldonado y su sopapo a la prensa


La hora marcaba las 20.29. La conferencia de prensa había sido convocada horas antes y, aunque digamos que no, al enterarnos nos recorrió por el cuerpo (al menos a quienes preferimos no militar en el Partido del Desinterés) la sensación de lo peor. Sergio Maldonado, quien desde hace 80 días viene sufriendo agravios y falsedades y dolores de los más profundos, agarró el micrófono y atinó a pronunciar algunas palabras para deslizar: “Somos seres humanos”.

¿Por qué hizo falta que el hermano de Santiago desprenda de su boca estas tres palabras? ¿Acaso habrá que recordar, y más con el poder del micrófono encendido, que somos personas? ¿Cómo volvemos a humanizar a un mundo que arrasa al ritmo que suben y bajan las bolsas de valores en el mercado? ¿Tal vez importen más esos valores que los valores humanos? ¿Hacia dónde va una sociedad que pasa por alto y se burla desde una de sus dirigentes políticas con más mediatización acerca de la desaparición de una persona como consecuencia de las interminables brutalidades de las fuerzas del Estado?

“Pueden esperar un poco e informar bien. Y no como algunos que empezaron a tirar cosas que hieren o levantar fotos –como la que se publicó de un cuerpo-. Me parece que no corresponde, hay que replantearse la profesión”. Sergio Maldonado, quizás sin proponérselo ni tener como fin eso, estaba dando una clase de periodismo. De periodismo. Sí, de periodismo. ¿Es periodismo eso que practican a diario las empresas comunicativas y que reúnen la atención de la mayor cantidad de gente?

“Cuando se descubrió que la información era un negocio, la verdad dejó de ser importante”, Riszard Kapuściński.

El compromiso del periodismo con la verdad debe ser ineludible. Vayamos a lo que se pregunta y nos pregunta Ariel Scher: ¿Es posible analizar los procederes del periodismo y, más centralmente, de los núcleos más fuertes de la industria de la comunicación sobre la vida y la desaparición de Santiago Maldonado sin hacer foco en que, en las horas en las que lo desaparecieron, Santiago Maldonado dedicaba su vida a participar de una actividad colectiva, organizada y de resistencia a poderes de la época que suelen ser defendidos por los núcleos de poder económico y comunicacional?”.

Sergio no había terminado. Con una cara tan llena de dolor y de angustia como de ganas por luchar y seguir preguntando e insistiendo continuó: “A veces hay que ponerse un poquito más del lado humano y si no tienen qué poner pongan música”. Y repitió: “Somos humanos”. Pedir ser humanos en una sociedad a la que le cuesta mirar a los ojos, a la que le importa más informar mal primero que bien después, que quienes se visten de saco y corbata en los shows periodísticos son más voceros del poder que educadores de sus receptores, que la mueve la codicia y no sus bases parece tarea complicada. Claudicar jamás.


El Estado es responsable. El poder económico es el que opera en las sombras. El poder mediático es el que responde a sus intereses. Consultoras que te llaman para preguntarte si toda esta mierda cambia tu voto para el domingo. Un sistema que está agotado. A Santiago lo seguimos buscando y preguntando por él. Otros prefieren continuar en el boludeo. Para quienes no se enteraron: anoche, Sergio Maldonado le dio un sopapo a la prensa.

"Uno es lo que es si no no tiene sentido"


¿Qué habrá significado ser homosexual entre 1976-1983, período en el que el terrorismo de estado se instaló de la peor de las maneras? ¿Cómo era querer SER sabiendo que el discurso dominante, del poder y la sociedad, era único y bien marcado? ¿Cómo habrá sido ser homosexual durante la última dictadura?

¿Cómo será eso de SER pero a las escondidas? ¿De SER pero sólo con tus pares? ¿Qué, cómo, por qué, hasta cuándo lo que se ES hay que ocultarlo? ¿Cómo se hacían cargo?
¿Qué significará ser homosexual en la actualidad? ¿Qué habrá cambiado con respecto a aquellos años de terror, miseria, espanto, tortura, desapariciones, miedo?

¿Cómo y qué habrá significado ser artista entre 1976-1983? ¿Cómo era el arte durante ese tiempo lleno prohibiciones? ¿Cómo se practicaba la memoria colectiva en tiempos de planes sistemáticos de robos de bebés?

“Piaf, porque el amor lo quiso” fuimos a ver anoche. Y de esto va. El profe Alberto Romero y Adriana Enriquez -y el resto del elenco- la dejan chiquita. La rompen. No se la pierdan porque hay que salir del ruido cotidiano. ¿Acaso de qué y para qué servirá preguntarnos todo esto? ¿Nos ponemos a preguntar qué pasó en este país? ¿Nos preguntamos qué pasa? Preguntarse por Santiago Maldonado, como se preguntaron y nos preguntaron una vez finalizada la obra, es impostergable.

SER. ¿Qué somos? ¿Quiénes somos? Ya somos. Somos porque vivimos. Y si vivimos somos alguien. ¿Hay lugar para mostrar quiénes somos sin peros ni explicaciones? Si la sociedad no estaba preparada para aceptar al "distinto" durante el terrorismo de estado (por favor, nunca se olviden que hubo terrorismo de ESTADO), ¿lo estamos hoy?