jueves, 7 de julio de 2016

Los jugadores son el poder real

Por Lucas Abbruzzese




“Para entrar no te preguntan ni quién sos ni nada, sólo cuánto traés y ahí entrás”, deslizó el periodista Ezequiel Fernández Moores en una entrevista. Es el negocio el que mueve en el fútbol un dinero infernal que nadie se cuestiona de dónde proviene. ¿Paraísos fiscales? ¿Del lavado? ¿De la mafia? ¿De la trata? Los popes que manejan la actividad, siempre de saco y de corbata, poco han hecho paro pensar un deporte mejor y mucho para ver cómo se siguen enriqueciendo.

Se cree, y con fundamentos, que la verdadera fuerza la tienen ellos. Discrepo. El poder real del fútbol es de los jugadores. Son justamente ellos –los jugadores- a los que han convertido en una mercancía a explotar, con calendarios imposibles, partidos de pretemporada inservibles y perjudiciales, viajes a destinos inhóspitos con el único fin de recaudar y exigencias que despojaron a lo lúcido. Son justamente ellos –los jugadores- los que en sus pies y cabezas tienen la oportunidad de parar la pelota y gritar bien fuerte un “acá no se juega más hasta que no haya transparencia y modificaciones”.

¿Qué sería del juego sin sus jugadores? ¿Qué pasaría con el fútbol sin sus futbolistas? Hay muchas cabezas como para pensar cómo empezar desde cero. Se acabaría el negocio. No habría partidos y, por lo tanto, el show se apagaría. La mayor traba es que ellos mismos crecieron bajo el dominio de dirigentes oscuros, representantes mafiosos y un sistema que hoy los usa y mañana los descarta. ¿Hay lugar para la reflexión? Siempre, aunque debiera ser organizada.

El fútbol argentino necesita de ellos. De que empiecen a estar en la mesa de decisiones. El rol pasivo de los dueños real de la pelota es un doble problema que aprovecha el negocio. Hay que limpiar la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) de todo este mundo heredado de Julio Humberto Grondona. Ya comenzó Diego Maradona a imponerse. ¿Está solo? ¿Quién lo acompaña? ¿Cómo es tomado que un tipo sabio como Juan Sebastián Verón, en medio de todo el escándalo, salga de una reunió riéndose con Daniel Angelici? ¿Hasta cuándo Carlos Bilardo va a tener voz y voto mientras César Menotti, uno de los tipos más influyentes en la historia del fóbal argentino, siga observando todo desde afuera? ¿Hasta cuándo habrá que soportar que los medios masivos de comunicación le continúen dando el micrófono a Caruso Lombardi?


El poder real es el de los jugadores. Es hora de despertarse y utilizarlo. Allí afuera esperan una estructura para inferiores, una mirada más social e inclusiva, unos clubes arruinados que despojen las actividades sociales, un Lionel Messi necesario para la reconstrucción.