Por Lucas ABBRUZZESE
La cancha es uno, si no el más, de
los lugares donde mayores discriminaciones y barbaridades se escuchan. Fin de
semana tras fin de semana parece que el tema empeora en vez de capacitar sobre
lo que se dice y grita.
Nada es justificable. Que durante
el transcurso de un partido se escuchen puteadas discriminativas, de esas que
te dejan la moral por el piso, alguno la puede llegar a entender justificándola
con que “son los nervios del partido”. Yo no la justifico, para nada. ¿O se te
nubla la mente cuando estás observando jugar a tu equipo? Lo que más me
sorprende (¿todavía?) es que el agravio llegue cuando los jugadores ya estén en
la ducha y no tengas esa adrenalina que produce un partido de fútbol.
El domingo por la tarde concurrí a
la cancha de River, a la platea San Martín Alta, para presenciar al equipo
local vs. San Lorenzo. Como todos sabemos, el encuentro fue un bodrio, con escasas
situaciones en los arcos, poco juego (cuando no), cero goles, etc. Pero eso no
viene al caso. Como es costumbre y pasa siempre, la gente del equipo local, una
vez finalizado el cotejo, debe esperar alrededor de media hora hasta que se
dispersen los simpatizantes visitantes para luego poder irte a tu casa. Y ahí
empieza donde quiero llegar.
La gente de River, de local, ocupa
siete cabeceras diferentes. Pasada esa media hora, algún jefe de seguridad da
la orden para que los policías que bloquean las salidas de esas tribunas se
corran y así las personas pueden salir. Y es muy difícil que todos los
efectivos policiales se corran a la misma vez. Quizás, a unos les llega esa
orden antes y a otros después. Entonces, es cuando observo que los hinchas
ubicados en la popular y otras plateas empiezan a salir tranquilos y los que
estábamos en la San Martín Alta todavía teníamos impedido avanzar porque no
estaba despejada la boca de salida. Y comienzo a escuchar (y a calentarme) a un
pibe (no más de 28 años) expresar: “¿Cómo van a salir ellos primeros (haciendo
alusión a los de la popular)?”. Y seguía. “Miralos (le comentaba al amigo) a
los negros como se van. Parecen monos saltando”.
Claramente, esta persona se sentía
superior a aquellos que estaban ubicados en la Sívori Alta. ¿Por qué? ¿Qué le
hace sentir a este individuo mejor que los otros? ¿Qué le hacía pensan que él
debía salir primero que los otros? ¿Cómo hace una persona para llegar a ese
pensamiento? ¿Por qué el repudio era hacia los que estaban en la popular y no
en otras plateas (NO DEBE SER PARA NADIE)? ¿Cuán es su prejuicio? Supongamos
que a la cabecera popular vayan todas personas de color de piel morena. ¿Cuál
es el problema? ¿Qué tiene de malo?
En fin, uno se cansa de oír todos
los fines de semana las mismas estupideces. Y lo peor es que nada cambia, sino
que empeora. Entonces, uno llega a la conclusión de que la cancha, es el lugar
de la discriminación.