lunes, 25 de junio de 2018

Mercantilización y educación

Un análisis de los discursos que giran alrededor de la venta de tecnología y de programas para utilizar en el aula.


En las sociedades actuales existen dos conceptos, los de información y comunicación, que resaltan en la cotidianeidad de nuestros días. Pareciera que se está todo el tiempo sabiendo todo lo que pasa y más comunicados. La aparición de las nuevas tecnologías (celulares, redes, TV interactiva, etc.) han llegado para quedarse y la escuela no es ajena a este fenómeno. Las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) en el ámbito educativo han cobrado un enorme valor, el cual solo parece relacionarse con el simple hecho de proveer una computadora por niño o niña, como si eso fuese suficiente para comprender las necesidades de cada uno y cada una. David Buckingham, en su libro Más allá de las tecnologías, señala: “Está implícita la idea de que distribuir información conducirá, de alguna manera automática, al conocimiento y el aprendizaje”.

Buckingham hace un análisis del impacto discursivo y empírico de las TIC alrededor de la escuela y escribió: “Cuestiono la noción de tecnología de la información, como si esos dispositivos se limitaran a actuar como medios para almacenar y distribuir un cuerpo inerte de hechos o datos. El término información implica de alguna manera que el contenido de la comunicación es neutro y que, al igual que la tecnología, es independiente de los intereses humanos”. Por eso considero necesario entender que, como se señala en el programa Aprender Conectados acerca de que ahora se alcanzará a toda la Argentina con conectividad y equipamiento, estos elementos no hacen a una mejor educación ni un más factible aprendizaje.

Se refiere a esto Inés Dussel, autora del libro Aprender y enseñar en la cultura digital: “La brecha hoy se produce entre usos más pobres y restringidos, y usos más ricos y relevantes. Por eso no es suficiente con dotar a las escuelas de computadoras y acceso a internet, sino que hace falta formar al docente para hacer usos más complejos y significativos de la cultura digital”. La alfabetización digital viene por este lado: apoderarse de los medios, producirlos, manipularlos y no ser solo consumidores de los mismos. Agrega Buckingham: “Creo fundamental que la escuela se ocupe de las experiencias culturales que viven los jóvenes fuera del aula, experiencias muchas veces relacionada con los medios digitales; percibo en el uso de los medios digitales un enorme potencial de los alumnos por tomar el control de los medios de producción, es decir, tomar esta tecnología para comunicarse, crear, representar expectativas e intereses”. Es poder ver y apreciar al niño y la niña como un sujeto con contexto, intereses y un mundo que lo rodea y que los medios digitales sean una herramienta de comprensión de la realidad y de mostrarse de manera activa y no pasiva ante el mundo.

En la actualidad, el mundo se está diseñando, hace décadas, alrededor de un nuevo capitalismo. ¿Por qué nuevo? Porque el mundo del trabajo giró hacia condicionamientos laborales que antes no se tenían tanto en cuenta como: trabajos cortos e inestables, relaciones virtuales, un capital impaciente porque se necesita un rendimiento urgente del mismo, la incertidumbre, y un cambio constante del perfil labora. Y en este último ítem, el del cambio constante del perfil laboral, me quiero enfocar, ya que hace referencia a las competencias. Referirse a competencias no es justamente ser competente con algo sino todo lo contrario: es la capacidad de adaptarse a los cambios y la flexibilidad capitalista que el mundo actual del trabajo plantea y exige. Así lo explica Angelique de Rey en Un hombre sin atributos: “La sociedad del conocimiento no exige a los individuos saberes, destrezas o incluso comportamientos y actitudes precisas, sino que sepan olvidar lo que saben, lo que saben hacer y lo que son, para adaptarse. El individuo actual debe poder cambiar tanto de conocimientos como de habilidades y de personalidad”. Y, de manera contundente, agrega: “Nos encontramos frente a la fabricación de un hombre que sabe hacerse flexible para adaptarse mejor a las necesidades de un sistema-mundo en el que la macroeconomía se ha vuelto central. Un hombre que sabe convertirse en una especie de pequeña computadora, capaz de cargar datos en su disco rígido y luego borrarlos; en pocas palabras, un hombre modular, para quien convertirse en sí mismo implica el olvido de sí mismo”.

Acá encuentro el sentido mercantil del negocio de las nuevas tecnologías alrededor de la educación: es imponer, ya desde la venta de programas y equipamientos desde niños y niñas, una forma de ver el mundo que se relaciona con lo flexible, con el saber hacer más que con el ser; es decir, con las competencias. Así lo enlaza Buckingham: “La introducción de la computadora como dispositivo educativo no fue natural e inevitable; fue producto de imperativos políticos, económicos y sociales. Para los políticos, centrarse en la tecnología parecía proporcionar una ocasión de ocuparse de temas vinculados a la competitividad internacional y la necesidad de una fuerza de trabajo bien disciplinada”. Competitividad, competencias…todas formas de relacionarse que tienen que ver más con las empresas que con la escuela.

Me resulta imprescindible no sacarle el foco a lo que plantea Buckingham: “El empleo de las TIC en la educación se concibe como un elemento indispensable en el proceso de actualización de las habilidades de la fuerza de trabajo del futuro y una forma de garantizar sus probabilidades de conseguir empleo. El uso de la tecnología en educación es una respuesta directa a las exigencias de la economía moderna. Este discurso de habilidad tecnológica propone una articulación particular de la educación, el mercado comercial y el futuro trabajador/consumidor”.

Al estar tan presentes las características de flexibilidad e incertidumbre es complejo que la palabra cambio no se asimile a la realidad. Por eso es bueno traer lo que Richard Sennet escribió en La corrosión del carácter: “Los tiempos se han asimilado entre el trabajo y el consumo. Ahora el trabajo se resuelve en el corto plazo, las relaciones son superficiales y funcionales a las exigencias del cambio repentino”.

Tal vez en estos párrafos encontremos más motivos para entender la deshumanización que se sufre a diario. En una sociedad y una conformación de la vida que no interviene para le emancipación de las personas sino para advertirle, si quieren permanecer en el sistema, cómo deben actuar, cómo deben ser y que lo que son no sirve si no es redituable.

Uno de los términos utilizados por Angelique de Rey y que no hay que pasar por alto es el de sociedad del conocimiento. Se cree que el uso de tecnología más la circulación de información hacen al conocimiento. Pero no. Es interesante lo que plantea Renán Vega Cantor en Sociedad del conocimiento, una falacia comercial del capitalismo contemporáneo: “En esta sociedad del conocimiento el conocimiento es artificial porque se trata más de almacenar datos que de comprender los problemas reales”. Y aquí, otra vez, la importancia de la alfabetización digital tomada desde enseñar a usar tecnología y no de usarla porque sí.

Analiza Vega Cantor que “lo que la tal sociedad del conocimiento depara es algo completamente distinto que niega el carácter democrático de la universidad, al especializar ´recursos humanos´ funcionales para el capitalismo transnacional, una fuerza de trabajo diestra técnicamente, poco costosa, que no piense y absolutamente despolitizada”. Entonces, desde la escuela y como docentes, ¿pensamos a los niños y las niñas como futuros sujetos empleables o como ciudadanos críticos, democráticos y sensibles ante la realidad?

Al respecto expone Buckingham: “El discurso de la sociedad de la información o economía del conocimiento construye al niño como futuro trabajador y consumidor de información. En esta construcción se concibe al niño como un hacerse y no como un ser. Se presta poca atención a verlos como productores de información, solo se atina a verlos como consumidores para no quedarse afuera de esta era tecnológica”. Un discurso que no sale de quienes transitaron las aulas, investigaron, crearon conocimiento científico y fueron críticos sino de entes económicos mundiales como el Banco Mundial, que necesita y se abastece de estos conceptos vacíos y engañosos para justificar la implementación de las TIC y su consiguiente negocio alrededor de la educación. Acá notamos un punto de contacto con la globalización y la idea de, desde el exterior, impartir en lo local y destruirlo. En relación a esto escribió Néstor Canclini en La globalización imaginada: “Transferir las instancias de decisión de la política nacional a una difusa economía transnacional está contribuyendo a reducir los gobiernos nacionales a administradores de decisiones ajenas”.


sábado, 2 de junio de 2018

Pensar y pensarnos

Vivimos en la era de la inmediatez. La era en la que el "todo ya" se impone a la reflexión. Una época en la que cada vez se nos complica más entender que no somos, sino que estamos siendo.Y en ese estar siendo es romperse la cabeza para entender que las naturalizaciones no son cuestiones justamente naturales sino construcciones sociales. Entonces, pensar en esas construcciones sociales es empezar a ganarle a la inmediatez. Ser es más importante que tener.
Desde el ProyectoMaliman Huaco propusimos para hoy esta charla de género para, justamente, pensar y pensarnos. Como personas. Como sujetos de una sociedad capitalista que impone e impone y no pregunta sino que prejuzga. Y justamente por pensarnos como personas es que hace 12 años se aprobó la Ley de Educación Sexual Integral (ESI): "Es revolucionaria porque reconoce la diversidad y abre a más mundos".
"A veces, el abrazo es mucho más que mil palabras".
¿Cuánto tiempo nos tomamos para preguntarle a la otra persona cómo está, cómo se siente, qué siente, qué desea? "Cuando hablamos de sexualidad es muy importante cómo uno o una se auto percibe".
Sexo y género no van de la mano. Las imposiciones y los sentimientos tampoco. Si existe en el Proyecto un taller como este es porque existen allí gente que hace de gente, se expresa y cuestiona: "No puedo cambiar el mundo pero sí cambiar mi mundo". Y si pensamos nuestro mundo tal vez nos despojaremos de prejuicios. Y si nos despojamos de prejuicios vamos a ser un poco menos de mierda.