jueves, 22 de diciembre de 2016

De cuartetos y sueños

“Y ahora solo un camino he de caminar, cualquier camino que tenga corazón”. Chizzo cierra cada recital que obsequia Hablando de la libertad. Resulta difícil pensar la libertad sin los corazones, dejando de lado a este mundo de números, de trabajadores que son apenas una cifra dentro de una empresa, de bolsas que suben y bajan lejos de las sensibilidades culturales. Quizás es que el capitalismo -perdón, quizás no, es así- piense la vida desde lo material, y desde allí la felicidad.


Malimán está lleno de corazones. ¡Y vaya qué corazones! Corazones que sienten y sueñan. Una mesa larga, tan larga como la generosidad de ese pueblo fronterizo con Chile. Un asado que nos esperaba. El olor a perfume se hacía más presente de lo habitual. Nos habían advertido de lo emotivo de esa noche, la última. Pero por más “precauciones” que tomásemos, los ojos se iban a llenar igual de agua.

Sonó Pappo y su Juntos a la par. No desde su voz, sino desde la de cada uno de los chicos. Con un acompañamiento de esas dos guitarras que acompañaron de la mejor manera cada momento del viaje. Y hablamos de los sueños. ¿Por qué tocamos el tema de los sueños? ¿Será porque tiene que ver con la libertad? ¿Tendrá que ver porque esas 16 criaturas, a pesar de las barreras que sufren día a día, nos habrán enseñado infinidad de cosas que tienen que ver más con la vida y los corazones? “Nunca dejen de soñar ni de ser como son.

Levantarse cada día con eso que anhelan porque es lo que les va a permitir vivir”. Y vivir tiene que ver con cuestiones que van más allá del mero hecho de abrir los ojos y respirar.

“Soñar no cuesta nada”, repiten en cada pasillo de la vida. Siento que es despreciar al sueño: o esperan que cueste algo, una especie de mercantilización del sueño, o no le dan ese valor significativo que tiene, ese de caminar por algo, de perseguir caminos, de fallar y aprender. De intentarlo por alguien o una causa.

Nos volvieron locos con el Reggaetón. Era el momento del cuarteto. Rodrigo. Una vuelta por acá y otra por allá. “Esta noche te voy a enseñar a bailar cuartero”. No sé cuánto habrán aprendido, pero que disfrutaron no tenemos dudas. Bailar, soñar, corazones. Muchas cosas lindas juntas lejos de las burbujas del consumismo y el materialismo. Regalos de osos. Demasiadas cuestiones como para seguir creyendo en que cada día nos humanicemos un poco más. De continuar soñando, claro. Porque eso nos permitieron y les permitimos: soñar, volar, ver más allá, movilizarse.

miércoles, 30 de noviembre de 2016

Mandela, el hombre que unió a través del deporte

Gracias a la Copa del Mundo de Rugby de 1995, evitó una guerra civil en su país. "Se dio cuenta de que el deporte podía producir un sentimiento de unidad entre los sudafricanos", cuenta Porta, por entonces embajador argentino en su país. Un recuerdo de Nelson Mandela, el ex presidente que falleció a los 95 años y entendió como pocos al deporte como herramienta de transformación.


"Logró seducir a sus enemigos en el país más dividido del mundo. El rugby hizo que blancos y negros peleasen por un objetivo en común". De esta manera, una de las más resonantes y que mejor muestra al líder revolucionario, lo describe John Carlín, periodista inglés que estuvo muy cerca de Nelson Mandela en la transformación sudafricana, como enviado del diario The Independent.

El comunicador, años más tarde, escribió el libro El factor Humano, cuyo contenido retrata a la perfección la forma y el cómo el ex mandatario logró conquistar a una nación a través del deporte.

Estuvo 27 años como preso político. El 11 de febrero de 1990 salió en libertad y un año más tarde logró que se votase la derogación del Apartheid, la ley que desde 1948 prohibía, entre otras cosas, que los negros votasen y que circulasen libremente por las calles de la República de Sudáfrica, y cuyo significado es separación. Mandela, el 10 de mayo de 1994, juró como presidente sudafricano, convirtiéndose así en el primer mandatario negro del país.

Una de las primeras decisiones que tomó fue citar en su despacho a Francois Pienaar, el entonces capitán de los Springboks, equipo sudafricano de rugby. Le expresó, ante  la sorpresa del rugbier, que tenía todo su apoyo. La escena quedó plasmada en la película Invictus; basada en el libro de Carlín y estrenada en 2009. El film muestra a Mandela antes, durante y después de la obtención del título de Sudáfrica del Mundial de Rugby de 1995, del cual fue el anfitrión. "El deporte tiene el poder de cambiar al mundo, la capacidad de inspirar y unir a las personas de un modo que pocos consiguen", fue una de sus frases que expresó Morgan Freeman, actor que encarnó al ex presidente, una de las figuras más resonantes del Siglo XX.

Uno de los primeros pasos deportivos que dio Sudáfrica para mostrarle al mundo que algo estaba cambiando fue volver a los Juegos Olímpicos luego de 32 años. Fue en los de Barcelona 1992, en los cuales obtuvo dos medallas. Pero el Mundial de Rugby fue el hecho de unión que causó que en Sudáfrica no se ejecutase una Guerra Civil, estado al que se había llegado porque el gobierno anterior a Mandela apoyó y creó el Inkatha, un movimiento de conflicto bélico que causaba que los negros se matasen entre ellos en los diversos guetos, con la Policía como principal cómplice. "Una vez tras otra se repetía la historia. Los agentes confiscaban armas a los nuestros y al día siguiente la gente de Inkatha nos atacaba con esas mismas armas", recordó en varias situaciones el expresidente.

El deporte de la ovalada era tomado como un símbolo de la opresión hacia los negros, quienes no querían que su seleccionado ganase debido a la representación blanca que tenía. De hecho, Chester Williams era el único negro integrante del plantel que ganó el Mundial. En la semifinal del certamen se produjo un vuelco: tras el triunfo agónico contra la poderosa Francia, los negros estaban más felices y contentos que los blancos. La posterior victoria en la final contra Nueva Zelanda hizo florecer la unidad y que no sólo Sudáfrica sea campeón de un deporte, sino que se consagrase el fin de una época de diferencias, de creer en diferencias de razas. "Fue el día más feliz de su día, más que cuando salió de la cárcel", aseguró Carlin.

Mandela no quería un Apartheid para blancos, sino la unidad de todos para sacar al territorio africano adelante y vencer a la discriminación y al racismo. Jamás quiso que los negros obtuviesen más beneficios que los blancos, sino que todos fueran iguales ante la ley y tuvieran las mismas posibilidades. Un humanista que enseñó. Desde esa mentalidad creció su popularidad y logró convencer a los demás de que ganarle a las diferencias era tener un fin común. Adolf Hitler había utilizado los Juegos Olímpicos de Berlín 1936 para hacer propaganda del partido Nazi. Los militares argentinos que tomaron el poder utilizaron el Mundial de Fútbol de 1978 para "mostrarle al mundo que somos derechos y humanos". Mandela fue el hombre que usó al deporte para la unificación y sacar el mejor rédito para una nación. Por eso su legado sobrevivirá para siempre.

Mandela y la Argentina


Hugo Porta, uno de los mejores jugadores en la historia de Los Pumas, fue nombrado por Carlos Menem, entonces presidente argentino, como embajador extraordinario desde 1991 a 1995 para volver a entablar relaciones con Sudáfrica, desechas en 1986 en repudio al Apartheid. Y el deporte, otra vez, se anotó como actor principal. "A mí me tocó restablecer las relaciones diplomáticas entre ambos países. Fue un honor. Lo acepté porque creía que podía aportar algo. Tuve la posibilidad y el privilegio de vivir los cuatro años de transición y el cambio fundamental del país que es Sudáfrica hoy", aseguro Porta al ser consultado.

"No hay ninguna duda de que Mandela ha tenido una inteligencia privilegiada. Se dio cuenta de que el deporte podía producir un sentimiento de unidad entre los sudafricanos. Un ejemplo de ello y de la unidad que quería fue el mensaje que él manda entrando en la final de la Copa del Mundo con la camiseta número 6 de los Springboks, que era un emblema blanco", expresó el que fuera uno de los más grandes aperturas nacionales.

En 1994 Los Pumas viajaron a Sudáfrica para una serie de partidos contra los Springboks. Un año más tarde, el 13 de mayo de 1995, se organizó un partido de fútbol en Johannesburgo, en el cual Argentina y Sudáfrica igualaron 1-1 con un gol de penal de Marcelo Gallardo. "El amistoso fue muy importante porque celebramos el primer aniversario como mandatario y porque se jugó en el estadio Ellis Park, un bastión de los blancos. Los deportistas argentinos siempre son embajadores. Fuimos nosotros lo que propusimos hacerlo", agregó el exembajador, quien contó cómo mantiene su relación con el revolucionario tras los vínculos diplomáticos: "La sigo teniendo porque soy miembro del Laureus, una Academia Nacional del Deporte de la cual Mandela es presidente honorario y que tiene como función usar al deporte como una herramienta de cambio social".

martes, 22 de noviembre de 2016

La regla, la sonrisa y las enseñanzas

¿Cómo se hace para vivir con una sonrisa? ¿Será esa edad de fantasía? ¿Es que con tan solo 9 años nos está enseñando que la verdadera felicidad pasa por el compartir y el sentir y el querer y pensar en el de al lado? ¿Cómo una personita puede estar tan activa, durante todo un día, insistiendo para jugar y mostrarse? ¿Será que nos recuerda, repito, con tan solo 9 años, que en la era de las tecnologías y las cabezas gachas es mejor mirarte a los ojos en vez de estar conectado a una pantalla inútilmente? Ahí está Alejandro, el gran personaje de Malimán.

De ojos altones y una sonrisa que no le cabe en la cara, “El Ale” no conoce de timideces ni vergüenzas. Pareciera que vive más allá de lo que suceda a su alrededor. Jamás se prohíbe un comentario, una opinión o una acotación. Es el centro. El que no paró de vacilar la última noche, entre bailes y revoleo de manos, con anteojos y ante cada canción y su movimiento contagioso. Porque no solo él reía, sino que nos contagiaba.

“A”, “GU”, “GA”. Una y otra vez -y otra vez también- hasta que por fin conectó letras para formar “AGUA”. La seño Susana había escrito esa palabra en el pizarrón. Y Ale, quien figura estar en segundo grado pero recibe una enseñanza como para un alumno de primero, tardó en descifrarla. Los chicos llevan consigo problemas socio-afectivos que se traducen en trabas a la hora de desarrollarse cognitivamente para aprender como se desea. No es que no pueden, sí. Solo bastaba con que se lea un comunicado a la mañana o un cuento en el aula para que este gran pequeño fuese el primero en participar y explicar lo leído. Una capacidad de atención e interpretación asombrosa.

Como para replantearse dónde buscar soluciones a los problemas.

Ale fue el del respeto. El que se quedó hasta el final de la actividad en la que se les enseñó y contó El Principito, esa brillante obra para cualquier edad y momento. El que, con apenas unas horas de habernos conocido, preguntó si tenía “noción”. Quería oler bien antes de ir a cenar. Después, claro, no hacía falta que me volviera a pedir. Sabía que él estaba mirándome detrás, con esos ojos altones que se volvían más grandes aún, esperando que le ofrezca.

“¿Están bien?”, me preguntó el martes de esa semana en la que compartimos no solo espacio sino hasta charlas que fueron más allá de las barreras que nos imponen. Se refería a las zapatillas. Uno aún no había despegado los ojos. Pero él ya estaba ahí, enchufado a mil y advirtiéndonos que su presencia era sinónimo de demanda. No de esas demandas del mercado, sino humana, de cercanía, de demostrarle cariño. De que se sienta un niño. Un niño. Y repetimos “un niño”. Y pensamos: ¿cuántos niños se sentirán realmente niños en un sistema que los trata como objetos y meros consumistas?

No hacía falta que se terminara de poner la red de vóley para exigir que lo suban a caballito y así estar alto. Y claro: disfrutaba cada pelota. Se quedó con una regla, de esas modernas que se doblan como si fueran de goma. Quedamos en que no era para él, sino para que la usen todos. Su recepción fue una mirada fija y un apretón de manos. No tengo dudas de que ahora la deben estar usando todos.


Para el año que viene les daremos revancha en el juego de la silla. 

lunes, 14 de noviembre de 2016

El talento oculto y el abrazo pendiente


¿Qué es la creatividad? ¿Y la imaginación? ¿Proviene de algo que llevamos dentro o es natural? ¿Tiene que ver con lo innato? ¿Y no podemos pensar que quizás sean cuestiones que tenemos reprimidas que necesitan ser reflejadas en un papel o en el juego o en algún aspecto de la vida que compense esa falta de algo?

“Con esto”, me respondió. Eric estaba tirado en la cama, entre pensando y angustiado, antes de la última cena. Consigo, y una mirada que se notaba profunda, llevaba un cuaderno. “¿Puedo?”, le pregunté para leerlo. Sin mirarme ni responderme me lo cedió. Una agenda o libreta o como quieran ponerle estaba llena de poemas, de descripciones, de declaraciones, de frases de canciones. De sensaciones y sentimientos.

¿Pero cómo había hecho para escribir todo eso? ¿De dónde le salió? ¿De dónde lo habrá sacado? Cuánta ingenuidad. Aquel “con esto” con el que se comenzó el párrafo anterior hace alusión a su mano izquierda llevada al corazón, desde donde provenía cada frase, cada palabra, cada imaginación para esa infinidad de letras. Un talento oculto. Oculto, no para él, sino para alguna comunidad o un gran público que desconoce que esta personita, perteneciente a una familia conformada por 10 personas, posee una capacidad digna para desprenderse de cualquier tipo de prejuicio.

“Nunca pares de escribir. Tampoco de soñar ni de imaginar. No le temas a la hoja en blanco, escribite palabras sueltas y vas a ver que vas a crear una gran historia”.

Nunca quise ser parte de esos ojos vidriosos con los que Eric me miraba en esa habitación, en el fondo de la escuela de Malimán. Es difícil poder controlar esas sensaciones que van más allá de uno. Eri, uno de los tres varones que concurren al colegio albergue Paso de los Andes, es un ser humano lleno de ideas y de ganas de jugar.

Nunca faltó ocasión para que, de mesa a mesa, nos mirásemos y, sin decirnos nada, ya saber que apenas nos levantáramos nos esperaba un partido de ping pong o un partido de fútbol. Lo admito: no hacíamos buena pareja en el llamado tenis de mesa. ¡Pero qué nos importaba! No le gustaba perder a nada (¿a quién sí?), pero los momentos vividos van más allá de cualquier derrota o victoria pasajera.

Ah, también es el que quiere siempre hacer los puntos en el vóley. Qué egoísta, le gritábamos. Nos devolvía todo con una carcajada.

La pelotita iba y venía como esas sonrisas que quedarán por siempre en ese comedor de encuentros, charlas y emociones. 


No pudimos despedirnos. Se fue a acostar en silencio ese ya viernes por la madrugada luego de bailes y timideces y comida de lujo y se tuvo que levantar a las 4 de la mañana porque una conmemoración en Ciudad de San Juan lo esperaba. No sé de cuántas cosas estamos seguros en la vida. Pero hay una de la que sí: de que ese abrazo que nos quedó pendiente, de despedida y de “gracias”, nos lo vamos a dar para dar paso a otras historias y más momento.

sábado, 12 de noviembre de 2016

Pappo, El Principito y los sueños

 Por Lucas Abbruzzese


A Malimán concurren 16 alumnos. Una combi los pasa a buscar el lunes por la mañana desde sus casas y los deja en la escuela, lugar del que se retiran el viernes por la tarde. 13 de ellos provienen de Rodeo, el pueblo más cercano, a unos 30 kilómetros. Los otros 3, de Pismanta, a 63 km. Hay tanta cantidad de cabecitas que van a la Escuela Paso de los Andes como sueños. 

“A mi me gustaría ser veterinaria”. “A mi, peluquera”. Recibí esas respuestas una noche, después de la cena, en medio de una botella que giraba para ver a quién le tocaba preguntar. En esos rostros se notaban tantas ganas de progresar como un profundo dolor, proveniente porque ya desde chiquitos les hacen conocer sus realidades. Sus verdaderas y tristes realidades: imposibilidad de irse de donde están porque económicamente no pueden, violencia física y psicológica y una cultura del alcohol de la que esas familias ninguna culpa tienen. Es que somos campeones en apuntar con el dedo pero fracasados en pensar en los motivos. ¿O cómo reaccionaríamos cada uno de nosotros si no hizo falta que cumpliéramos 10 años para que nos digan que trabajar en la mina o en la gendarmería es el único escape?

Sin embargo, allí hay sueños. ¿Pero qué son los sueños? ¿Es esa utopía de la que hablaba Eduardo Galeano para incitarnos a caminar? ¿Es lo que nos permite levantarnos todos los días? “Es una locura odiar a todas las rosas solo porque una te pinchó. Renunciar a todos los sueños porque uno no se cumplió”, es lo que aporta Saint-Exupéry en El Principito y lo que quedó inmortalizado a una de las paredes de la escuela de Malimán, allí donde cada año se deja un mural. Murales para romper muros y barreras.

¿Cómo no pensar en los sueños mientras en la mente de todos quedaba ese Juntos a la Par que Pappo nos tocará por siempre? Porque si hay un par hay otro. ¿Y qué pasa cuando hay otro? ¿Preguntamos sobre lo esencial -como se quejaba El Principito- o sólo primero nos queremos saciar los prejuicios y continuar andando a la par de esta sociedad de estereotipos?

“Los ojos están ciegos, es necesario buscar con el corazón”.

La humildad como bandera

Por Lucas Abbruzzese

“¿De qué cuadro sos?”, atiné a preguntarle ese sábado a la tarde en el que llegamos. Había, no por obligación sino por necesidad, que comenzar a romper hielos. “De River”, me contestó, con ese SH característico de ellos que reemplaza a cada R que pronuncian. Fue el inicio de una relación que se forjó a cada minuto, desde que arribamos a Malimán hasta ese duro viernes al mediodía en el que nos fuimos llenos de lágrimas y de vivencias y de mimos para despertarnos y salir de la burbuja de la capital.

Él es Néstor. Tiene 20 años y no lo anda gritando por la vida, pero lleva como bandera a la humildad. Porque, siempre, al final son tus actos los que te definen. Concurre a la escuela sólo una semana al año: cuando viaja la delegación del Mariano Acosta, en octubre. Su casa, ubicada detrás colegio albergue Paso de los Andes, es donde está su vida cotidiana, entre el cuidado de los animales y la tierra. Vive con su abuela y una tía y descansa poco.

Más allá de que podamos pensar -o no- en la explotación de su trabajo, Néstor quiere irse de ahí. Su anhelo es irse de ese pueblo ubicado a más de 300 kilómetros de la Ciudad de San Juan para armar una vida acá. Sí, acá, en este manicomio al que ya vino dos veces. “Los quiero ver a ustedes todos los días y trabajar de lo que sea en el Mariano Acosta y ayudar en el proyecto”. No hicieron falta más palabras, en una larga y tan hermosa como dura charla que tuvimos antes de la última cena, para que cada rincón de nuestra sensibilidad se tocara y movilizara.

¿Dónde está la presencia del Estado? ¿Y si armamos un sistema de becas y oportunidades? ¿Y si entendemos que Malimán no hay uno solo, sino cientos a lo largo y ancho del país?

Una piedra parecía. No lo podíamos hacer reír con nada. Competitivo como pocas personas que conozco, cada partido de ping pong que jugábamos era motivo de un ida y vuelta -no sólo de la pelotita blanca- entre chicanas y sonrisas. El juego, JUGAR, era un escape de lo rutinario. ¡Hasta se llegó a tentar de risa en un puntazo que hicimos! Era como un niño.

A la mañana siguiente de cada partido que jugó River me busca para esbozarme “ganamos”. Anhela conocer la cancha, el museo y a los jugadores.

Tiene completo hasta tercer año del secundario y cada consejo -lejos de la soberbia y cerca de ayudar- era para que, al irnos, estudiara y leyera y se formara. Que solo así podía aspirar a algo mejor. Tiene una voluntad de hierro y seguro que lo va a hacer. Como todos, sus sueños lo movilizan más que el día a día. “Ir a dar charlas de lo que pasa acá, cómo es el clima y la tierra, estudiar algo que me guste”. Porque no sólo hay que escucharlo, sino verle cada gesto y esos ojos que piensan en cada palabra que tira y las ansias de rearmarse.

Nos mostró cada rincón de la escuela y de la zona, el río y hablaba de lo peligroso de la Pre-Cordillera, producto de algunas especies que viven allí. Ahora debe estar cuidando a sus animales. Y ojalá que con más sueños para levantarse.

Malimán

Por Lucas Abbruzzese


Malimán no tiene señal. Tampoco conoce de asfaltos ni una vida material. Pero Malimán tiene un corazón enorme. Lo que hace a un lugar son sus personas. Y en esta localidad fronteriza con Chile se hallan las descripciones de humildad, altruismo e inclusión.

Malimán está lleno de sueños. Desde la directora hasta sus 16 alumnos. Sueños que desde chicos los ven truncos porque los impedimentos económicos hacen que no puedan viajar para estudiar. La mina y la gendarmería son los dos destinos más factibles para trabajar. Sin sueños no se puede vivir, y estos chicos los tienen a pesar de las dificultades que se las dejan en claro desde sus primeros años de vida. Sus “vidas paralelas” -como nos contaron- pasan entre la escuela y la violencia de las casas, producto del despojo y la imposibilidad de crecimiento.


Es un Estado semi ausente.

Es una comunidad de alrededor de 30 personas, sin hospitales, y con el pueblito más cercano a 13 kilómetros. Es rogar que, ante una emergencia, funcione la radio zonal para que puedan comunicarse con los servicios y aguardar la llegada de una ambulancia.

Malimán no conoce de servicios de telefonía, pero sí de maestras con un corazón enorme que luchan y planifican a cada hora dentro de un contexto de plurigrados y de consecuencias de bajo rendimiento producto de las dificultades socio-afectivas.

Malimán, a casi 300 km. De Ciudad de San Juan, es la vista a la Pre-Cordillera. Es que nunca dejen de llamarte “usted” a pesar de que, durante cada hora en toda una semana, se hayan roto cientos de barreras de conocerse, de jugar, de timidez.

Malimán es que Doña Mercedes, una de las cocineras de lujo, te pregunte si querés sopa después de comer y hasta repetir. Y no sólo eso, sino que casi que se enoje por no aceptar.

Malimán es que Alejandro, una criatura hermosa y pura de 9 años, te pregunte si sus zapatillas están bien para ponérselas cuando uno aún no despegó los ojos. O que a la noche venga y te pida “noción” para ir a cenar con rico olor.

Malimán es el cuidado de la tierra. Es estar atentos constantemente a que la Barrick no derrame veneno. Quizás eso no sea lo peor, sino lo que viene después. Y eso que llega luego es que un Ministro vaya y le diga a la directora: “Tómese dos vasos de cianuro y va a ver que no le pasa nada”.

Malimán es el izamiento de la bandera con los cerros y las montañas que aún conservan nieve ese un invierno crudo de fondo.


Malimán fue -es y será- estar subidos en el techo de la iglesia antes de la medianoche, buscando formas entre las miles de estrellas y esperando esas fugaces que pasan tan rápido como el viento Zonda pega a cada momento.

Malimán fue cada guitarreada mientras el sol se escondía. Eran esos silencios con mucha música. Cada mate que circulaba con charlas, conocimiento y afectos.
Fue el abrazo en el momento justo.

Malimán fue la enseñanza de que, para hablar, siempre, antes hay que conocer. Es despojarse de cada juicio previo.

Malimán fue organizarse para deliberar cada actividad a organizar y qué paso dar. Fue entender que un grupo funciona mejor que la soledad.

Malimán fue llenarse de felicidad, de angustias, de afecto, de lágrimas, de salirse un poco de la burbuja en la que vivimos constantemente, inmersos igualmente a pesar de lo que intentemos cada día.

Fueron los “gracias”, los respetos y los tiempos.
Fue ir Juntos a la par.

viernes, 2 de septiembre de 2016

El conocimiento como fórmula de salvación

¡Vayan! No duden. Allí está, todos los días en su departamento y yendo al mismo bar. Es uno de los tipos que más sabe del fútbol en el mundo. Fue fuente de consulta de tipos como Johan Cruyff o Pep Guardiola. En su formación pasó por los conceptos de Pedernera. ¡Vayan a buscarlo! No duden. César Luis Menotti aún tiene mucho para darle al fútbol argentino.

Por Lucas Abbruzzese



Desorganización. Sin rumbo. Mensaje atrofiado. Menotti –estamos en los primeros años de los 70- le presentó un proyecto a una AFA que cambiaba de presidente seguido. Tras el Mundial de Alemania 1974, agarró al seleccionado y algo cambió para siempre. Es que el Flaco fue justamente eso: el tipo que quebró para bien la historia. El hombre concepto. Conocimiento puro. Sin embargo, el fútbol, testarudo y que no sabe de lógicas, se adueñó del mensaje del negocio, ese al que no le importa el juego, sino sólo los que ganan.

Fue esa intromisión despojada de lo cultural la que permitió, entre sonrisas y la mal llamada picardía, que, por ejemplo, se intoxicara a un rival con un bidón. El mismo “ingenioso” de ese acto nefasto y cobarde fue elegido Secretario de Deportes por Daniel Scioli. O también coordinador de selecciones juveniles. Carlos Bilardo encarnó durante décadas la visión del poder. Tiempo en el que Menotti la miraba desde afuera.

44 proyectos se le presentaron a la Comisión Regularizadora para llevar a cabo un proceso en las inferiores argentinas. Uno de ellos es de Menotti. ¿Hay alguien mejor que quien más sabe para encarar algo? Quizás un segundo quiebre histórico. El fútbol argentino necesita un cambio radical. Y nada mejor que hacerlo desde los sabios, los maestros, los idóneos.

Por estos días apareció en internet un video de Menotti, en una conferencia de un Congreso de Entrenadores. 1995. 45 minutos. Escucharlo es empaparse de sabiduría:

“Es un deporte invadido por el negocio. Me siento maltratado por la cantidad de mensajes de confusión a un público que pareciera que está perdiendo el buen gusto o la memoria de lo que ha significado el fútbol argentino: un hecho cultural y de expresión.
Un equipo, antes que nada, es una idea y un compromiso y convicciones.
Tenemos que tener cuidado con la soledad del éxito conseguido de cualquier manera.
Lo que hace el modernismo es quitarle al futbolista el placer de jugar.
Un entrenador de fútbol es mucho más que un hombre exitoso que gana cosas. El entrenador de fútbol tiene que tener un enorme compromiso con el espectáculo y la gente.
Antes de empezar a hablar de tácticas, tenemos que hablar de nombres propios.
El sacrificio emociona, pero lo que sensibiliza al hombre es el talento.
El tema pasa por qué dejamos cuando el éxito no nos acompaña”.


https://www.youtube.com/watch?v=q2YCsrybwx8&feature=youtu.be Acá, el link del video. Disfruten. Anoten. Debatan.

miércoles, 20 de julio de 2016

Mi amiga, la pelota

Por Lucas Abbruzzese

¿Quién vociferó y aseguró y hasta ninguneó que la amistad entre el hombre y la mujer no existe? ¿Quién habrá instalado esa absurda tesis?

Hay un fiel –y vaya si es fiel- ejemplo que desarma cualquier teoría casi que impuesta y que pone allá arriba eso de ser amigos entre sexos opuestos: el hombre es feliz con LA pelota a su lado. Ella, claro, suena a femenino. Así se usa. También se podría utilizar el balón, la bocha, la redonda, el esférico…Jamás dejará de ser la pelota.


Con un Xavi siempre irá a ese lugar indicado y tendrá constantemente noción del contexto. Con un Ronaldinho se divertirá como con pocos. Con un Messi gozará cada tres días.

La pelota, cada vez con un lazo afectivo más fuerte con las mujeres que se involucran a jugar, es una amiga. O así debería serlo: en la cancha, en la playa, en el fondo de una casa o en cualquier espacio que se juegue con ella. Porque de eso se trata: de un hecho lúdico que hay que recuperar. Nunca te abandona. No tiene la culpa del desprecio que le propinan los desalmados que la revolean. Tampoco debe ser señalada cuando no va a destino.

Hay amistades más fuertes que otras. Sin dudas, la pelota ha sido tan amiga como hermana de los tipos como Juan Román Riquelme o Andrés Iniesta. La pisan, la amasan y no por desprecio; sino porque la cuidan, la cobijan, le dan rienda suelta a la creatividad y felicidad. Nunca fue amigable, ni tuvo ganas, con aquellos que la tratan como si fuese rugby.

Lo que sí está claro es que ella, la pelota, manda. Es la dueña en la relación, cuyos integrantes no tienen por qué ser dos. Atrevida, imprevisible y caprichosa no llega cualquiera a afrontar una relación. Exige buena calidad, tanto debajo de la autopista como en las mejores canchas del mundo. Al menos en el rectángulo de juego. Porque afuera habrá infinidad de cuestiones para establecer amiguismo. Porque el deporte logra eso.


Feliz día, pelota. Gracias por tanto y, a veces, perdón por tan poco.

miércoles, 13 de julio de 2016

Tocar el orden establecido

Por Lucas Abbruzzese

Llámese orden establecido a lo que se impone cotidianamente.

A lo que el establishment impone para no ceder poder y continuar con su dominio.

A lo que el capitalismo utiliza para mantener la desigualdad, la brecha cada vez mayor entre ricos y pobres y continuar con la concentración de la riqueza entre una minoría.

Al mensaje diario impuesto por los medios de comunicación, dominados no por periodistas sino por, justamente, la oligarquía que controla y no se quiere despojar de ese orden establecido para así mantener su condición de privilegio en una sociedad que ya no debería tolerarlos.

La revolución no será televisa es un film estilo documental que retrata desde adentro lo que fue el golde de estado que se produjo en Venezuela, en el 2002, contra Hugo Chávez, quien había sido elegido democráticamente hacía tres años. Fue una operación, en conjunto, por parte de la cúpula militar, los medios grandes de comunicación y el poder empresarial. No se habían bancado que el nuevo régimen discutiese ese orden establecido y que, por ejemplo, cambie las condiciones de cómo iba a ser distribuido el millonario ingreso por la venta de petróleo, esa faceta en la que el país bolivariano es cuarta potencia.

Tampoco toleraron la creación de cuarteles bolivarianos (comunas) en los que se le daba un poder al pueblo para elegir, discutir y ser parte de las decisiones. Políticas de base que empezaban a alcanzar a los sectores históricamente desprotegidos, esos a los que el orden establecido nunca le interesó ni le interesa llegar. Pedro Carmona, empresario ligado a la oligarquía nombrado presidente tras el secuestro de Hugo Chávez, fue una de las cabezas de la maniobra desestabilizadora.

Entender ese golpe de estado, cuya duración fue de 3 días porque luego hubo una multitud que salió a las calles y logró la vuelta de Chávez, es entender, en parte, la enorme manipulación que ejercen cotidianamente los medios hegemónicos de comunicación, instalando teorías falsas y manipulando menes.

Por eso es que la revolución no será televisada, al menos, por los medios que responden a los grandes intereses.


https://www.youtube.com/watch?v=Cko8R2ZSEzE Acá, el link para disfrutar del documental.

lunes, 11 de julio de 2016

Repensar el Bicentenario

Por Lucas Abbruzzese


¿Qué fue el 9 de Julio de 1816? ¿La independencia definitiva? ¿El comienzo del exterminio de los pueblos originarios? ¿La larga historia de la oligarquía en el poder? ¿Fue real que se cruzó la Cordillera con burros y yeguas, algo que suena más a utópico y de otra vida que a real? ¿A quiénes favorecieron aquellas des-colonizaciones? Argentina y una rueda que parece volver siempre al mismo lugar: las clases oligárquicas dominantes en el poder.

Argentina. 9 letras. 4 sílabas. Una historia con ese nombre propio desde 1816, año en el que se declaró la independencia y del que en estos días se cumplieron 200 años. Justo el Bicentenario fue el aniversario en el que se han recordado viejas épocas nefastas. Una de ellas fue la aparición en el desfile militar de Aldo Rico, símbolo del levantamiento carapintada de la Semana Santa de 1987 que puso en jaque al gobierno democrático de Raúl Alfonsín y que ponía la voz en alto por los juicios a los milicos culpables de la dictadura que había finalizado hacía menos de 5 años.

“La democracia no tolera el desfile de genocidas y golpistas”. Y aquí un destello: ¿Hay real democracia cuando todavía en el siglo XXI hay gente en la calle, desigualdad creciente y recortes a la educación?

La presencia de este personaje, además de la de otros matones de la última dictadura (por no mencionar la innecesaria presencia de un Falcón verde, con todo lo que esto simboliza), lanza varios disparadores; entre ellos, ¿por qué nuestra historia es una rueda de volver siempre a las clases dominantes? ¿No existió ni hay la suficiente organización de los sectores populares como para impedirlo? De Hipólito Yrigoyen a la Década Infame, de Juan Domingo Perón a casi 30 años de dominio militar (y el aniquilamiento de una juventud que luchó como nunca y que luego fue ninguneada), Menem y sus privatizaciones, el resurgimiento de clases despojadas y la llegada de Mauricio Macri y un país para empresarios, ricos y la oligarquía del Club de Polo, los CEOs, el Campo, la Sociedad Rural y más. Siempre se volvió al punto de partida: el dominio de unos pocos.

Repensar el Bicentenario es hacerlo desde entender el pasado para construir el futuro. Es el anhelo de una segunda, verdadera y definitiva independencia; que nada tenga que ver con los poderosos y los corruptos y sí con lo humano, la igualdad de oportunidades, la inclusión, el deporte como educación y no como negocio, una vivienda para todos, comida que alcance a cada pibe y no que sea tirada al final del día. Repensar nuestra historia es repensar quiénes nos contaron lo que contaron, desde qué lugar y por qué.


¿Será momento de romper las cadenas impuestas por las clases altas?

viernes, 8 de julio de 2016

El último tren a Auschwitz

Por Lucas Abbruzzese



Sobran palabras luego de ver esta película. Sobra cualquier tipo de connotación porque quedan al descubierto lo que fueron las máximas miserias humanas de la historia. La cara de los fieles servidores del régimen nazi. Lo que fue la complicidad de cada sector de la sociedad para con esa dictadura, de las peores dictaduras posibles, esa a la que la última -también- dictadura argentina copió cada detalle.

El capitalismo en cada momento y en su máxima expresión. La explotación del hombre por el hombre. La degradación del otro, el creerse superior. Un vagón de tren. Cientos adentro. El camino hacia el infierno. Fue el camino del saber que el abismo estaba allí nomás. El aprovechamiento de las fuerzas de seguridad para intercambiar objetos de valor por un poco de agua.

Europa, fútbol, Auschwits y actualidad.

Marcelo Bielsa emitió este viernes un comunicado en el que informó su no vinculación con la Lazio, club italiano al que iba a dirigir. Es la misma institución que posee una hinchada, los ultras denominados Irriducibili, que reivindican al nazismo y a Auschwitzz en cada partido que su elenco juega como local en el Olímpico. No son los únicos. Europa sufre, tanto dentro como fuera de los estadios, una avanzada calamitosa que rememora -y destaca- tiempos de Hitler y la peor de las catástrofes desde que el hombre es hombre.
Mar del Plata ha amanecido hace poco con pintadas esvásticas, caras tapadas, el brazo en largo y el recordatorio de la peor de las miserias. Entender un poco estos hechos es quizás reflexionar algo sobre las sociedades que se construyeron tras la Segunda Guerra Mundial, con un capitalismo salvaje que se apoderó de todo, hasta del alma de cada uno.

https://www.youtube.com/watch?v=2yZUplpZ0xY Acá, el link para ver la película.