jueves, 22 de diciembre de 2016

De cuartetos y sueños

“Y ahora solo un camino he de caminar, cualquier camino que tenga corazón”. Chizzo cierra cada recital que obsequia Hablando de la libertad. Resulta difícil pensar la libertad sin los corazones, dejando de lado a este mundo de números, de trabajadores que son apenas una cifra dentro de una empresa, de bolsas que suben y bajan lejos de las sensibilidades culturales. Quizás es que el capitalismo -perdón, quizás no, es así- piense la vida desde lo material, y desde allí la felicidad.


Malimán está lleno de corazones. ¡Y vaya qué corazones! Corazones que sienten y sueñan. Una mesa larga, tan larga como la generosidad de ese pueblo fronterizo con Chile. Un asado que nos esperaba. El olor a perfume se hacía más presente de lo habitual. Nos habían advertido de lo emotivo de esa noche, la última. Pero por más “precauciones” que tomásemos, los ojos se iban a llenar igual de agua.

Sonó Pappo y su Juntos a la par. No desde su voz, sino desde la de cada uno de los chicos. Con un acompañamiento de esas dos guitarras que acompañaron de la mejor manera cada momento del viaje. Y hablamos de los sueños. ¿Por qué tocamos el tema de los sueños? ¿Será porque tiene que ver con la libertad? ¿Tendrá que ver porque esas 16 criaturas, a pesar de las barreras que sufren día a día, nos habrán enseñado infinidad de cosas que tienen que ver más con la vida y los corazones? “Nunca dejen de soñar ni de ser como son.

Levantarse cada día con eso que anhelan porque es lo que les va a permitir vivir”. Y vivir tiene que ver con cuestiones que van más allá del mero hecho de abrir los ojos y respirar.

“Soñar no cuesta nada”, repiten en cada pasillo de la vida. Siento que es despreciar al sueño: o esperan que cueste algo, una especie de mercantilización del sueño, o no le dan ese valor significativo que tiene, ese de caminar por algo, de perseguir caminos, de fallar y aprender. De intentarlo por alguien o una causa.

Nos volvieron locos con el Reggaetón. Era el momento del cuarteto. Rodrigo. Una vuelta por acá y otra por allá. “Esta noche te voy a enseñar a bailar cuartero”. No sé cuánto habrán aprendido, pero que disfrutaron no tenemos dudas. Bailar, soñar, corazones. Muchas cosas lindas juntas lejos de las burbujas del consumismo y el materialismo. Regalos de osos. Demasiadas cuestiones como para seguir creyendo en que cada día nos humanicemos un poco más. De continuar soñando, claro. Porque eso nos permitieron y les permitimos: soñar, volar, ver más allá, movilizarse.