Marco Van Basten fue un goleador único. Holandés y diestro,
fue de esos centrodelanteros que todo lo sabían en el área. De esos con una
gama de recursos inigualables para definir. Actualmente ejerce el cargo de
director de desarrollo técnico de la FIFA (sic). “En pos de querer mejorar el
juego”. Al menos así lo aseguran quienes no paran de crean puestos para seguir
viviendo del fútbol, eso que cada vez parece jugarse más en las oficinas que en
el césped.
Van Basten fue eje de críticas por querer abolir la ley del
offside. Una de las que se rescatan, indudablemente, es la del Flaco Menotti:
“el fuera de juego es lo que te hace pensar”. ¿Se imaginan si no existiese esta
regla? ¿Para qué se achicaría? Cada jugador debería ocupar hectáreas de cancha.
Estaríamos hablando de otro juego.
Todo momento, cada rato es propicio para citar a Dante
Panzeri. Esto escribió en 1967, junto con Carlos Peucelle, en su Fútbol,
dinámica de lo impensado; una especie de biblia futbolística y periodística
obligatoria, acerca del fuera de juego:
“La desproporción numérica entre el ataque y la defensa era
compensada por la ley del offside. La antigua ley sólo permitía al delantero
estar en juego teniendo tres jugadores entre él y la línea de gol. En este
sistema no era necesaria la marcación estricta sobre los delanteros. Con solo
adelantarse un zaguero lograba fácilmente colocar en posición de offside a los
delanteros. Sin offside el fútbol sería un hormiguero.
“Esta manera de jugar redujo los goles, siendo muchos los
partidos en que no se abría el score. En el año 1925 se enmendó esta
deficiencia del reglamento. La Internacional Board modificó la ley del offside
de tal manera que bastaba la presencia de dos jugadores para estar habilitado
el atacante.
“Con la modificación se aumentaron las posibilidades del
ataque y también era necesario buscar un medio para reforzar la defensa sin
debilitar el ataque. Ello dio lugar al surgimiento de nuevos sistemas”.