La planificación, la destrucción del hombre
Una gambeta, un quiebre de cintura, un viaje, una salida
con amigos…Todo, y más, sería más interesante si fuera una aventura, algo
espontáneo, algo que va surgiendo en el camino, en el andar del momento…La
tecnología y la modernidad avanzó en ciertos sentidos, pero le quitó al ser
humano ese placer de la espontaneidad.
“Aburrirse es besar la muerte”, Gómez de la Serna.
“Si todo evoluciona,
se moderniza y se planifica, ¿por qué con el fútbol no puede pasar lo mismo?”.
Dante Panzeri tomaba esta afirmación como cabecera para defenestrar a los
tecnócratas que empezaban a desembarcar en el fútbol creyendo que todo se podía
planear. “Cualquier sistema se termina con la primera gambeta”, es una de las
frases que mejor le caben al fútbol. ¿Quién se cree capaz de pensar que es
posible planificar un enganche, una asistencia, un caño?
Dante Panzeri fue un
fiel defensor de lo improvisado y que en el capítulo 15 de su Dinámica de lo
impensado, escribió: “El mero viajar, hasta hace unos años escapismo ideal y
refrescante de la mente sometida a la rutina cotidiana de lo organizado, es
así, por vías de la organización de este oleaje tecnológico que acrecienta la
angustia del hombre tiene para sentirse presidiario de lo previsto que impone
la era tecnológica…hasta para divertirnos”.
¿Qué más placentero,
en la vida, en el fútbol, en cualquier actividad, que algo que “sale en el
momento”, se ocurre espontáneamente y no se planificó?
“Cuando se sabe lo que
va a pasar no puede pasar nada puesto que ya pasó”, decía el escritor Julián
Marías, quien relacionaba la frase con lo que, allá por los cincuenta-sesenta,
empezaba a pasar con el turismo, el viaje: todo se sabe, la hora de salida, de
llegada, qué se almorzará, las excursiones a realizar, los lugares a visitar,
cómo es donde se irá, a qué hora se irá al teatro, el menú de toda la estadía.
Todo se sabe, nada se disfruta.
El disfrute y goce de
la vida se muere con el aburrimiento, que es cuando todo se vuelve monótono, rutinario,
planificado y reiterado. ¿O acaso, por poner como ejemplo al fútbol, miles de
hinchas que concurren a los estadios no se levantan de sus asientos para
aplaudir cuando ve algo distinto, ya sea un caño o una finta?
“El hombre-tecnológico
no va dejando sitio sin invadir con su técnica, SU ANGUSTIA POR LA SEGURIDAD
QUE CURIOSAMENTE LO HACE MUY INSEGURO…y se extiende en su invasión hasta el
mismo mundo del hombre que juega, viajando o disputando un partido de fútbol”,
Dante Panzeri. Lo moderno no tiene por qué ser bueno, lo antiguo no tiene por
qué ser caduco. Panzeri explicaba: “Es el contrafilo de la tecnología que nos
enriqueció el confort de la vida y nos está matando todo lo que hace al hombre
que juega (con pinceles, con una pelota, con naipes, con viajes, o con su
natural inclinación al amor)”.