martes, 24 de julio de 2018

Francia; entre ser campeón mundial, las migraciones y el capitalismo


En la Argentina, en la actualidad, residen más de dos millones de personas que nacieron en otros países. ¿Se imaginan a un hijo de matrimonio boliviano jugando como volante por derecha en el seleccionado argentino? ¿Y a un hijo de familia peruana que sea el defensor central de Argentina en un Mundial? ¿O un hijo que tuvieron una pareja paraguaya que sea el volante central de la Selección Nacional?

Francia, con la victoria 4-2 ante Croacia en la final, se coronó campeón mundial por segunda vez en su historia. De los 23 jugadores que eligió el entrenador Didier Deschamps para afrontar la Copa del Mundo, 14 tienen raíces africanas. Es decir, casi el 80 por ciento de un plantel que en su mayoría juega en las grandes ligas europeas. Y un dato más: solo el arquero suplente Steve Mandanda (nacido en Congo hace 33 años) y el defensor central Samuel Umtiti (en Camerún hace 24 años, el mismo que luego de Brasil 2014 le rechazó en la cara al símbolo camerunés Roger Milla jugar en su país de nacimiento porque se sentía francés) no nacieron en suelos franceses, algo que nos abre a un sinfín de preguntas y reflexiones.

¿Qué es la identidad? ¿No es acaso una construcción cultural y colectiva de todos los pueblos del mundo? ¿No se trata de, además de todas las construcciones colectivas, una reflexión hacia adentro de cada uno y cada una? ¿Cuando nos referimos a la identidad no nos estamos refiriendo a patrones culturales, valores y hasta normalidades impuestas y construidas desde algunos lugares? ¿Tal vez no sea momento de romper con esas imposiciones y esas naturalizaciones y pensar el mundo desde lo multicultural, la diversidad y el intercambio enriquecedor y emancipador?

El mundo se mueve. Las personas se mueven. Debe haber pocas cuestiones más dolorosas que dejar la tierra en la que se nació. Pero vivimos en un mundo capitalista. Es decir, en un planeta con hambre, desigualdad, guerras, globalización y un mercado al que le importa más dónde conseguir explotación y mano de obra barata que el desarrollo de cada ser humano. Por eso las guerras, las muertes de inocentes, las migraciones y refugiados. ¿Hacia dónde emigran los que emigran? ¿Qué buscan? Escapan de conflictos bélicos, realizan odiseas en busca de trabajos que saben que en sus tierras natales jamás conseguirán…

Entender el salvajismo con el que se mueve este sistema es acercarse a comprender más por qué el campeón de Rusia 2018 cuenta entre sus filas con más de la mitad de intérpretes con raíces africanas. Alrededor del comienzo de la tercera década del siglo XIX los franceses comenzaron la colonización en África con varias expediciones. Jules Ferry, un conservador francés de la época, justificó cada medida colonizadora en un Congreso de 1885 en el que expresó que “la política colonial se impone en las nociones que deben recurrir o la emigración, ya por ser pobre su población o por ser excesiva”. La estigmatización de la pobreza.

Es complicado comprender el presente sin tener en cuenta el pasado. Vayámonos hacia 1981. Es el año en el que llega al continente africano el PAE. ¿Qué es esto? El Programa de Ajuste Estructural. Fue una serie de órdenes y medidas dictadas en conjunto por el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y La Casa de Washington para ajustar y continuar con el hambre en África. La excusa, como siempre, fue que llegaban para sanar todos los problemas. Es decir, los mismos entes y las mismas recetas que causan hambre y miseria son los que dicen traer supuestas soluciones. Se bajaron los salarios (se acusaba que los empleados públicos tenían sueldos altos), se privatizaron servicios esenciales como salud y educación y se destruyó la industria local al abrirle el juego y el camino al mercado. El mismo mercado que manejan las instituciones ya mencionadas.

Entonces, en este contexto, ¿cómo no se van a causar miles de flujos migratorios si el sistema no da oportunidades? ¿No será momento de entender la diversidad y la complementariedad de culturas para, desde ahí, disputarle a esta forma discriminatoria y xenófoba de vivir un modelo que sí entienda de la inclusión y la hermandad entre pueblos y países?

El conservador y ex Primer Ministro de Francia, Francois Fillon, propuso durante su gestión que se revise la Constitución para que haya un tope de inmigrantes. Es sabido que en las calles de cada ciudad francesa a los negros los para la policía para pedirles documento. Parece haber un lema que sobrevuela por los aires que dice que si nos hacés ganar sos francés si no sos un inmigrante indocumentado. ¿Acaso cuántos Kylian Mbappé habrá por las calles parisinas buscándose la vida y alguna oportunidad para subsistir y sobrevivir? Mbappé, la estrella que parece que viene a discutir el reinado de Lionel Messi y Cristiano Ronaldo, tiene a un padre que es camerunés y a una madre que es argelina. ¿Con qué derecho se le cuestiona que no es francés?

¿Qué hace a alguien más o menos –en este caso- francés? ¿Realmente no son más nocivos los políticos que impulsan estas medidas racistas y que segregan que cada persona que tiene la necesidad de cruzar mares y océanos en búsqueda del bienestar?

El capitalismo usa a estos jóvenes estrellas para introducirlos en un fútbol globalizado que es sinónimo de una maquinaria de negocios y dinero. Estos jugadores, en su niñez, fueron presos de un sistema que agobia, maltrata y excluye y ahora lo son de un deporte que los usa, los muestra, los hace plata y cuando llegue el momento los descartará. Francia, en 1998, año en el que obtuvo su primer Mundial, contaba con apenas ocho jugadores de origen francés. Eric Cantoná, quien había sido excluido del seleccionado nacional, reflexionó para Les Bleus: “Cuando ganan son negros, blancos y árabes; cuando pierden son gentuza de los guetos”. Es el mismo documental que comienza con “el fútbol es política” del ex defensor central Lilam Thuram.

Identidad y resultadismo. Eso. Resultadismo, la clara penetración del capitalismo en el deporte. Si no ganás no existís. Si no tenés no sos nadie. Me representás solo si ganás. La sociedad francesa permanece con estos debates desde hace décadas. Y más cuando es influenciada por el político Jean-Marie Le Pen, quien presidió hasta el 2011 el partido ultra derechista Frente Nacional y durante la Eurocopa de 1996 atinó a esbozar: “Noto que los jugadores de otras selecciones cantan el himno con fervor, mientras que la mayoría de los jugadores de la selección de Francia no lo cantan o no saben la letra. Me parece un poco artificial reclutar jugadores del extranjero”.

¿Qué es lo que nos lleva a pensar que una persona que no nace en un país pero vive la mayoría de su vida allí, adopta sus costumbres, valores y cultura no puede tener la identidad de donde eligió ir o la vida la llevó? ¿Entonces, con ese paradigma, deberíamos entender que la mayoría que habita suelo argentino no son como tal sino que son italianos o españoles, entre otros? Combatir al capitalismo es también poder tener la sensibilidad de estar del lado de quienes sufren injusticias y son despojados de sus raíces.