miércoles, 6 de mayo de 2015

El Barsa, el Bayern y la lealtad al juego

Un partidazo de fútbol se jugó ayer por la ida de una de las semifinales de la Liga de Campeones, en la que el Barcelona goleó 3-0 al Bayern Múnich. Sin embargo, desde esta columna no se analizará los motivos de la victoria (Messi y qué más) sino la lealtad que se notó al juego limpio, bien jugado, pelota por el piso y dos elencos predispuestos a arriesgar y jamás especula


¿Cuántas veces se escucha vociferar que “son instancias de mucha presión” o que “hay mucho en juego” para excusarse de lo pálido que fue el partido, de los pelotazos, de los miedos a intentar? Esas falacias se terminan cuando hay convicciones, ganar de divertirse, de amar la pelota y arriesgar. Todo eso y más se vio ayer en el Camp Nou, donde alrededor de 100 mil espectadores disfrutaron de dos conjuntos que jamás le tuvieron miedo a intentarlo. Pasión.

Presión hasta el área rival, arqueros que nunca se sacaron de encima una pelota, buscar constantemente un pase entre líneas para progresar con pase, líneas defensivas adelantadas y tirando constantemente el achique para quitarle espacio al contrincante, buen pie y demás. Además de precisión, controles orientados y un desenlace que fue tal como consecuencia de un genio con nombre y apellido: Lionel Messi. La monotonía que no pudo romper el elenco alemán por las ausencias de futbolistas como Robben o Ribéry, sí la tuvo el Barcelona con este astro que hace lo que quiere.

Nunca una patada, una brusca protesta ni un portero tirándose al piso o tardando para sacar. Todo fue cuestión de querer apurarse para darle continuidad al espectáculo, de que los centrales sean uno más en el circuito de juego, de guardametas adelantados y arriesgando con posesiones de balón. Son cuestiones de filosofía, de convicciones y de demostrarle al mundo futbolístico que se puede arriesgar y jugar así en instancias decisivas, con todos los ojos puestos allí y con decenas de consecuencias en caso de ganar o perder.


Puede haber unos perdedores y otros ganadores, pero el deporte, la valentía, el intentarlo y la buena conducta dieron el ejemplo entre estas dos potencias futbolísticas, con intenciones similares de cómo encarar cada cotejo que disputan. Les tocó verse las caras. En Berlín, el 6 de mayo, por la final de la Champions, el buen juego está asegurado.