La hora marcaba las 20.29.
La conferencia de prensa había sido convocada horas antes y, aunque digamos que
no, al enterarnos nos recorrió por el cuerpo (al menos a quienes preferimos no
militar en el Partido del Desinterés) la sensación de lo peor. Sergio Maldonado,
quien desde hace 80 días viene sufriendo agravios y falsedades y dolores de los
más profundos, agarró el micrófono y atinó a pronunciar algunas palabras para
deslizar: “Somos seres humanos”.
¿Por qué hizo falta que el
hermano de Santiago desprenda de su boca estas tres palabras? ¿Acaso habrá que
recordar, y más con el poder del micrófono encendido, que somos personas? ¿Cómo
volvemos a humanizar a un mundo que arrasa al ritmo que suben y bajan las
bolsas de valores en el mercado? ¿Tal vez importen más esos valores que los
valores humanos? ¿Hacia dónde va una sociedad que pasa por alto y se burla
desde una de sus dirigentes políticas con más mediatización acerca de la
desaparición de una persona como consecuencia de las interminables brutalidades
de las fuerzas del Estado?
“Pueden esperar un poco e
informar bien. Y no como algunos que empezaron a tirar cosas que hieren o
levantar fotos –como la que se publicó de un cuerpo-. Me parece que no
corresponde, hay que replantearse la profesión”. Sergio Maldonado, quizás sin
proponérselo ni tener como fin eso, estaba dando una clase de periodismo. De
periodismo. Sí, de periodismo. ¿Es periodismo eso que practican a diario las
empresas comunicativas y que reúnen la atención de la mayor cantidad de gente?
“Cuando se descubrió que
la información era un negocio, la verdad dejó de ser importante”, Riszard Kapuściński.
El compromiso del
periodismo con la verdad debe ser ineludible. Vayamos a lo que se pregunta y
nos pregunta Ariel Scher: “¿Es posible analizar los procederes del periodismo y, más
centralmente, de los núcleos más fuertes de la industria de la comunicación
sobre la vida y la desaparición de Santiago Maldonado sin hacer foco en que, en
las horas en las que lo desaparecieron, Santiago Maldonado dedicaba su vida a
participar de una actividad colectiva, organizada y de resistencia a poderes de
la época que suelen ser defendidos por los núcleos de poder económico y
comunicacional?”.
Sergio no había terminado.
Con una cara tan llena de dolor y de angustia como de ganas por luchar y seguir
preguntando e insistiendo continuó: “A veces hay que ponerse un poquito más del
lado humano y si no tienen qué poner pongan música”. Y repitió: “Somos humanos”.
Pedir ser humanos en una sociedad a la que le cuesta mirar a los ojos, a la que
le importa más informar mal primero que bien después, que quienes se visten de
saco y corbata en los shows periodísticos son más voceros del poder que
educadores de sus receptores, que la mueve la codicia y no sus bases parece
tarea complicada. Claudicar jamás.
El Estado es responsable.
El poder económico es el que opera en las sombras. El poder mediático es el que
responde a sus intereses. Consultoras que te llaman para preguntarte si toda
esta mierda cambia tu voto para el domingo. Un sistema que está agotado. A
Santiago lo seguimos buscando y preguntando por él. Otros prefieren continuar
en el boludeo. Para quienes no se enteraron: anoche, Sergio Maldonado le dio un
sopapo a la prensa.