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lunes, 11 de julio de 2016

Repensar el Bicentenario

Por Lucas Abbruzzese


¿Qué fue el 9 de Julio de 1816? ¿La independencia definitiva? ¿El comienzo del exterminio de los pueblos originarios? ¿La larga historia de la oligarquía en el poder? ¿Fue real que se cruzó la Cordillera con burros y yeguas, algo que suena más a utópico y de otra vida que a real? ¿A quiénes favorecieron aquellas des-colonizaciones? Argentina y una rueda que parece volver siempre al mismo lugar: las clases oligárquicas dominantes en el poder.

Argentina. 9 letras. 4 sílabas. Una historia con ese nombre propio desde 1816, año en el que se declaró la independencia y del que en estos días se cumplieron 200 años. Justo el Bicentenario fue el aniversario en el que se han recordado viejas épocas nefastas. Una de ellas fue la aparición en el desfile militar de Aldo Rico, símbolo del levantamiento carapintada de la Semana Santa de 1987 que puso en jaque al gobierno democrático de Raúl Alfonsín y que ponía la voz en alto por los juicios a los milicos culpables de la dictadura que había finalizado hacía menos de 5 años.

“La democracia no tolera el desfile de genocidas y golpistas”. Y aquí un destello: ¿Hay real democracia cuando todavía en el siglo XXI hay gente en la calle, desigualdad creciente y recortes a la educación?

La presencia de este personaje, además de la de otros matones de la última dictadura (por no mencionar la innecesaria presencia de un Falcón verde, con todo lo que esto simboliza), lanza varios disparadores; entre ellos, ¿por qué nuestra historia es una rueda de volver siempre a las clases dominantes? ¿No existió ni hay la suficiente organización de los sectores populares como para impedirlo? De Hipólito Yrigoyen a la Década Infame, de Juan Domingo Perón a casi 30 años de dominio militar (y el aniquilamiento de una juventud que luchó como nunca y que luego fue ninguneada), Menem y sus privatizaciones, el resurgimiento de clases despojadas y la llegada de Mauricio Macri y un país para empresarios, ricos y la oligarquía del Club de Polo, los CEOs, el Campo, la Sociedad Rural y más. Siempre se volvió al punto de partida: el dominio de unos pocos.

Repensar el Bicentenario es hacerlo desde entender el pasado para construir el futuro. Es el anhelo de una segunda, verdadera y definitiva independencia; que nada tenga que ver con los poderosos y los corruptos y sí con lo humano, la igualdad de oportunidades, la inclusión, el deporte como educación y no como negocio, una vivienda para todos, comida que alcance a cada pibe y no que sea tirada al final del día. Repensar nuestra historia es repensar quiénes nos contaron lo que contaron, desde qué lugar y por qué.


¿Será momento de romper las cadenas impuestas por las clases altas?

miércoles, 18 de noviembre de 2015

Certezas de esta doble fecha de Eliminatorias

Tiempo y tranquilidad son esenciales para que un equipo trate de encontrarse y jugar como el entrenador lo piensa. Para Argentina, los recientes dos partidos dejaron más certezas que dudas.

Analizar desde el resultado siempre es perjudicial. Como tantas otras veces, y también como se impone en los días que corren, eso fue lo que sucedió luego de la igualdad contra Brasil: se habló más de que Argentina había quedado penúltima en la tabla de posiciones rumbo a Rusia 2018 y poco y nada de las mejoras futbolísticas y de haber empezado a encontrar jugadores proclives a la idea que pregona el Tata Martino. El mensaje que bajaba, con apenas tres fechas disputadas, era de alarmarse y pedir renuncias y no lo hecho sobre el terreno de juego.

Pareciese que el entrenador del seleccionado nacional no es un favorito de la prensa. No al menos en el sector del periodismo, muy amplio por cierto, que exige resultados a cualquier costo y que olvida los procesos. Más allá del dramatismo que retumbó desde los micrófonos, esta doble fecha de Eliminatorias dejó muchas más certezas que dudas para el equipo argentino, que no contó con su máxima expresión: Lionel Messi.

Una de esas cuestiones que quedaron plasmadas positivamente fue Lucas Biglia. El volante interno u 8 o conductor o como se lo quiera llamar fue la gran figura en Barranquilla. De Xavi no solo tuvo la número 6 en la espalda, sino también momentos de conducción y de esconder la pelota ante la presión rival. Manejó de gran manera las contras, quitó y marcó los tiempos y caminos de la posesión del balón. Tuvo un gran socio en Éver Banega, quien también se hizo cargo, tanto contra Brasil como versus Colombia, de la bocha y su destino. Aportó pases entre líneas y movilidad para ser el tercer hombre y crecer.

Y aquí se abre uno de los interrogantes: ¿Javier Pastore será titular cuando se sienta bien físicamente para marzo, mes en el que la selección volverá a jugar (Chile y Bolivia)? Es sabido que a Martino le gusta el triángulo en el mediocampo, dos extremos bien abiertos y un punta. Ante ese panorama se ve imposibilitada la posibilidad de juntar alrededor de Javier Mascherano a Biglia, Pastore y Banega. Además de los nombres propios, el Tata deberá encontrar a los mejores socios dentro de la cancha, quién se asocia mejor con Messi y Agüero, quién llega más y mejor al área.


La dupla de defensores centrales fue, tanto ante Brasil como contra Colombia, uno de los puntos más altos de Argentina. Nicolás Otamendi y Ramiro Funes Mori llegaron a la titularidad en la Albiceleste como para quedarse con esos puestos. Fueron garantía en las alturas y, sobre todo, aportes muy valiosos en ataque: anticipo para mantener al once junto y decisión y carácter para pasar al ataque si no había opciones de entrega a la vista. Ambos saben jugar con riesgos, ya que se plantea que estén constantemente en la mitad de la cancha, y eso es valiosísimo por el contagio y por la seguridad de atrás hacia adelante.