Somos consecuencia.
Somos circunstancia.
¿Somos? ¿O estamos
siendo? ¿Cuánto de estático hay en el “somos”? Lo estático no va de la mano de
la deconstrucción. Y como somos deconstrucción constante, estamos siendo.
En esas consecuencias
y en esas circunstancias, estamos siendo lo que discutimos, lo que debatimos y
lo que podemos. Estamos siendo las batallas que damos y lo que no nos callamos
(porque el silencio no es salud).
Estamos siendo
cuestionamiento. Militancia y rebeldía.
Somos lo que las
personas que nos topamos hacen de nosotres. Estamos siendo con otres. Somos
porque hay une otre. Estamos siendo todo lo preparado que tengamos los oídos
para escuchar y los ojos para ver.
Somos porque hay un
nosotres.
No creo mucho en los
“nunca” ni en los “siempre”, pero nunca estemos siendo indiferencia. Seamos
humanización permanente. Y si hay un lugar para un siempre, que sea para la
ternura y el amor, ese que –no dudemos- vence al odio.
En ese estar siendo,
parafraseando a Eduardo Galeano, “somos lo que hacemos para cambiar lo que
somos”.
Somos la música que
escuchamos, los lugares que habitamos.
Somos montaña. Somos
universo. Naturaleza y cemento, ruido constante y garganta poderosa.
Somos consecuencia de
ese amor que ya no está y seremos circunstancia de los que vendrán.
Somos magia. Somos
risa y llanto. Estamos siendo emoción constante.
“No somos el lugar que
ocupamos, simplemente somos”, me partió la cabeza una vez Ariel Scher, en una
clase no enmarcada en una hora cátedra sino en esos pasillos que dejan
enseñanza.
Somos y estamos siendo
desafío. Hoy, ser
es un desafío. Hoy, sí, en la época en la que “somos lo que
los medios de comunicación quieren que seamos”.
Somos todas las
preguntas que nos hacemos. Somos proceso.
Estamos siendo el
libro que leemos. Y el que dejamos de leer.
Si somos es porque
existimos. Y existir –dice Jorge Valdano- “es una cosa más profunda que ganar”.
Porque ahí es donde entra lo que el Indio nos canta con “vivir solo cuesta
vida”.
Estamos siendo la
decisión que tomamos. Y la que dejamos de tomar.
“Somos compañeros”, nos invitó el Che,
mientras temblemos de indignación ante cada injusticia que se comete en el
mundo.
Somos política
constante, consecuencia de los días en los que nos decían que el silencio era
salud porque la indiferencia era norma. Estamos siendo orgullo y vergüenza. “Mientras la vergüenza sea norma
–enseño Carlos Jáuregui-, el orgullo será revolucionario”.
Estamos siendo
semilla.
Somos revolución
constante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario