Por Lucas Abbruzzese
En el fútbol si hay algo que es
clave es la movilidad. Para encontrar espacios se necesita dinámica, entrar y
salir de la jugada, arrastrar marcas para causar la sorpresa de otro jugador.
Moverse sin balón. Lionel Messi, el mejor futbolista del mundo desde hace más
de un lustro, no se caracteriza por moverse así, ya que cuando posee la redonda
saca diferencias impresionantes como nadie.
Quien escribe éste artículo tuvo
la posibilidad de concurrir el viernes por la noche al estadio Monumental , y,
obviamente como la mayoría de las casi 60 mil personas que hubo en la cancha,
siguió permanentemente el andar del crack del Barcelona sobre el verde césped.
El capitán del seleccionado nacional es una invitación constante para que sus
compañeros le cedan la pelota y sabe más que nadie en qué momento acelerar o en
qué instante tocar de primera. Es dueño de los tiempos y de los espacios, los
cuales muchas veces apareces gracias a su velocidad y el toque rápido.
En el Barsa es igual, con la diferencia
de que sabe que detrás de él hay monstruos como Xavi, Iniesta o Busquets que
dominan y mueven la pelota como pocos. En el conjunto catalán, Messi puede
pasar varios largos minutos sin tocarla y el funcionamiento muchas veces lo
deja sólo para que desnivele. En la selección se está aceitando la paciencia y
se seguirá trabajando el estilo.
Con la pelota en los pies es
único. Junta varios contrincantes, toda una ayuda para la Argentina si sabe
desplazarse cuando Messi es atorado. Cada vez que el esférico está en su pie
zurdo pasa algo y casi nunca falla. De la mano del crack el país sueña con
consagrarse en el Mundial de Brasil 2014 para levantar la tercera Copa del Mundo de su historia.